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HANNA ARENDT. CINCUENTA AÑOS YA.

Este año que está finalizando se cumplen cincuenta años del fallecimiento de Hannah Arendt, cuya obra sigue siendo clave para comprender cómo los regímenes autoritarios construyen relatos simplificadores y convierten a colectivos enteros en chivos expiatorios. He considerado que no podía dejar pasar el año sin dedicarle unas líneas a la pensadora que supo definir la esencia del mal, encarnado en el autoritarismo fascista. Y sus reflexiones siguen vigentes cincuenta años después de su fallecimiento, a través de la perversa y peligrosa  criminalización de la pobreza y la migración por parte de la extrema derecha actual, que  reproduce con inquietante fidelidad, las lógicas que la pensadora desnudó en sus análisis del totalitarismo. En Los orígenes del totalitarismo (1951) , Arendt subrayó que “la propaganda totalitaria prospera en un mundo donde los hechos son sustituidos por ficciones” (p. 341). Esa sustitución se observa hoy en la narrativa que vincula pobreza y delincuencia...

El ascenso de la extrema derecha y la criminalización de la pobreza: una lectura. Releyendo a Hannah Arendt.

 Releer a Hannah Arendt en estos tiempos de crisis política y social creo que es un ejercicio que puede aportar la lucidez necesaria para entender la sociedad en la que nos quieren hacer vivir los movimientos totalitarios y neofascitas emergentes en nuestra democracia. Sus reflexiones sobre el totalitarismo y la fragilidad de las democracias modernas iluminan un fenómeno que vuelve a cobrar fuerza: el ascenso de la extrema derecha. En este contexto, uno de los mecanismos más perversos que Arendt ayuda a desvelar es la criminalización de la pobreza como argumento político, un recurso que convierte la precariedad y la vulnerabilidad en amenaza. Arendt insistía en que las democracias se erosionan cuando los ciudadanos dejan de ser reconocidos como sujetos de derechos y pasan a ser clasificados como “problemas sociales”. La extrema derecha contemporánea ha perfeccionado esta lógica: e l pobre como culpable : se le acusa de ser responsable de su situación, de “vivir de subsidios” o ...

No aprender de nuestra historia tiene consecuencias.

 La historia, tantas veces invocada como maestra de vida, parece condenada a ser ignorada por quienes más deberían aprender de ella. Cada generación proclama haber descubierto la clave de su tiempo, pero en el fondo reproduce viejos errores con nuevas formas. La terquedad colectiva, y principalmente de los dirigentes políticos, neciamente cortoplacistas, nos empuja a repetir ciclos de crisis, injusticias y fracturas que ya estaban escritos en los manuales del pasado. Me he puesto a la tarea de redactar dos reflexiones sobre situaciones vividas y repetidas, en concreto vividas en la segunda república y replicadas en gran medida en nuestros días. Estos dos artículos nacen de una misma preocupación: la incapacidad de nuestras sociedades para escuchar las lecciones que la historia nos ofrece. El primero se centra en la intervención del poder judicial en la política , un fenómeno contemporáneo que adopta la forma de lawfare , donde la justicia se convierte en instrumento de combate pa...

El aquelarre de la derecha.

El Partido Popular ha decidido convertir la política española en el teatro del absurdo, donde la realidad se disfraza de victimismo. La condena al fiscal general se presenta como un triunfo, y la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, es elevada al rango de mártir, “perseguida por los poderes del Estado”. El relato es claro: cualquier exigencia institucional, cualquier control, cualquier requerimiento administrativo se convierte en una conspiración contra la derecha.  La paradoja roza lo grotesco. La Agencia Tributaria, garante de que todos contribuyamos al sostenimiento de lo común, se convierte en otro enemigo más al dictado de los "oscuros poderes". Si pide documentación, si detecta irregularidades, si abre una paralela, no es porque cumpla su función, sino porque conspira contra el libertinaje de los poderosos. El ciudadano corriente, debería saber que Hacienda no pregunta por ideologías sino por ingresos, por lo que igualmente, deberia observar con estupor cómo se pre...

El verdadero fin de la historia.

 El “fin de la historia” fue proclamado con solemnidad en los años noventa. Daniel Bell primero, y Francis Fukuyama después, teorizaron que la caída de la Unión Soviética significaba la victoria definitiva del liberalismo frente a cualquier otro “experimento” político. Pero lo que realmente se celebraba no era tanto el triunfo de la democracia liberal como el entierro de otra historia: la del movimiento obrero. La derecha siempre ha tenido un objetivo claro: anula la conciencia de la clase trabajadora, arrancarla de su propia condición, convencerla de que ya no es obrera sino consumidora, emprendedora, “clase media aspiracional”. La estrategia ha sido hábil: sustituir la conciencia de clase por la ilusión del consumo. Un coche financiado, un iPhone a plazos, unas vacaciones low cost… limosnas que disfrazan desigualdades estructurales. El trabajador puede acceder a bienes antes reservados a las élites, pero sigue sin poder decidir sobre su tiempo, su salario, su seguridad vital. ...

La hegemonía del sentido común: Gramsci tenía razón.

 En tiempos de análisis apresurados sobre la “derechización” de la sociedad, conviene detenerse y recuperar un concepto que ilumina más que cualquier encuesta: la hegemonía. Antonio Gramsci lo formuló con precisión: el poder no se sostiene solo por la coerción, sino por la capacidad de imponer una visión del mundo como sentido común. El capitalismo, en su versión neoliberal, ha logrado universalizar sus intereses y presentarlos como si fueran el interés general. El resultado es palpable: generaciones jóvenes que, en nombre de la rebeldía, se desligan de los logros sociales conquistados por sus mayores (sanidad pública, educación universal, derechos laborales) y se autoproclaman “antisistema” mientras reproducen, sin saberlo, la lógica del sistema. Aquí la ironía se vuelve amarga: lo que parece contestación es, en realidad, confirmación. Carlo Cipolla definió al “estúpido” como aquel que causa daño a otros y a sí mismo. La etiqueta puede sonar dura, pero describe con exactitud l...

Golpes blandos, sentencias duras.

 La democracia española ha cruzado un umbral inquietante. El 20 de noviembre de 2025 (fecha cargada de memoria franquista) el Tribunal Supremo ha condenado al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por revelación de secretos en el caso del correo del abogado del novio de Ayuso. La sentencia, emitida con una rapidez insólita y con votos particulares, se apoya en una acusación que nació de un bulo impulsado por Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de la presidenta madrileña. El fiscal no filtró: intentó desmontar una operación política. Pero el Supremo decidió castigarle. ¿Alguien lo dudaba?. Ziblatt y Levitsky (politólogos norteamericanos) ya lo advirtieron en Cómo mueren las democracias : los golpes de Estado ya no se perpetran con tanques, sino con togas. Se ejecutan desde dentro, por actores que erosionan la legitimidad del gobierno usando las herramientas del Estado para fines partidistas. En España, una parte del poder judicial ha asumido como propia la cruzada d...