La deriva autoritaria de la derecha en España: del bienio negro a la actualidad.
La historia política de España está marcada por tensiones entre proyectos democráticos y autoritarios. La derecha española, en particular, ha atravesado transformaciones significativas, pero también ha mostrado una notable continuidad ideológica en ciertos aspectos. En este texto me gustaría plantear una lectura crítica de esa evolución, desde el bienio negro hasta el presente, con especial atención a los momentos en que la derecha ha adoptado o reforzado posturas autoritarias, como en mi opinión, sucede en la actualidad.
Tras las elecciones de 1933, la coalición de derechas liderada por la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) accedió al poder. Aunque inicialmente excluida del gobierno, la CEDA apoyó al gabinete de Alejandro Lerroux, y sus ministros acabaron ocupando carteras clave. Este período se caracterizó por la represión de movimientos obreros, la reversión de reformas agrarias y educativas, y una creciente confrontación con la izquierda. La insurrección de octubre de 1934, especialmente en Asturias y Cataluña, fue duramente reprimida, consolidando una deriva autoritaria que anticipaba el colapso de la Segunda República.
La Guerra Civil (1936–1939) y la posterior dictadura franquista supusieron la institucionalización del autoritarismo. El régimen se sustentó en el nacionalcatolicismo, el anticomunismo y la represión sistemática de la disidencia. Durante casi cuatro décadas, la derecha española se identificó con el franquismo, sin espacio para alternativas democráticas dentro de ese espectro ideológico.
Con la muerte de Franco en 1975, España inició su transición a la democracia. Sin embargo, la derecha no emergió como una fuerza renovadora, sino que se reorganizó en torno a figuras del antiguo régimen. En 1976, siete exministros franquistas fundaron Alianza Popular (AP), liderados por Manuel Fraga Iribarne. Aunque AP aceptó formalmente el marco democrático, su discurso conservador y su defensa de la “reconciliación nacional” ocultaban una resistencia a la ruptura con el pasado autoritario.
En los años 90, AP se transformó en el Partido Popular (PP), buscando una imagen más centrista y liberal. Bajo el liderazgo de José María Aznar, el PP consolidó su posición como principal partido conservador. No obstante, esta moderación fue más estratégica que ideológica. Persistieron discursos de orden, nacionalismo español excluyente y una visión restrictiva de los derechos sociales. La gestión del conflicto vasco, la oposición al matrimonio igualitario y la reacción al proceso catalán evidenciaron tensiones entre el marco democrático y pulsiones autoritarias.
Desde 2018, el ascenso de la extrema derecha ha reconfigurado el espacio político de la derecha. Este partido, surgido de una escisión del PP, ha recuperado abiertamente elementos del franquismo, el ultranacionalismo y el discurso anti migración. Su éxito electoral ha empujado al PP a endurecer su discurso, especialmente en temas como la memoria histórica, el feminismo y la descentralización autonómica. La colaboración entre PP y Vox en gobiernos autonómicos ha normalizado posiciones que antes se consideraban marginales.
La derecha española ha atravesado procesos de adaptación al marco democrático, pero su evolución revela una persistente tensión entre liberalismo político y autoritarismo ideológico. Desde el bienio negro hasta la actualidad, ciertos sectores han mantenido una visión excluyente de la nación, una concepción jerárquica del orden social y una resistencia a los avances en derechos sociales y civiles. La deriva autoritaria no es lineal ni homogénea, pero constituye un elemento recurrente que merece atención crítica en el actual fango de desinformación y manipulación a la que la derecha y sus medios afines están sometiendo a nuestro sistema democrático.
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada