CUANDO LA DERECHA HABLA DE CORRUPCIÓN.
En España, la derecha puede hablar de corrupción. Lo que no puede ,o no debería, es hacerlo sin pudor. Porque cuando el Partido Popular se sube al púlpito de la ética, el eco que resuena no es el de la regeneración, sino el de la hipocresía.
El PP es el único partido condenado por corrupción en democracia. No por errores administrativos, no por casos aislados, sino por una trama sistemática (la Gürtel) que convirtió la política en un negocio de sobres, favores y financiación ilegal. La Audiencia Nacional lo dejó claro: el partido se lucró. Y sin embargo, ahí están. Repartiendo carnets de decencia, como si el pasado fuera un malentendido.
Pero la memoria democrática no se borra con titulares. Se recuerda. Se recuerda el 11M, cuando el gobierno de Aznar mintió a todo un país en plena tragedia, manipulando el dolor para salvar una campaña. Se recuerda el accidente del Metro de Valencia, donde 43 personas murieron y las familias fueron silenciadas. Se recuerda el Yak-42, donde el Estado falló a sus soldados y luego mintió a sus padres. ¿De verdad quieren hablar de dignidad?.
El actual líder del PP llegó prometiendo moderación, sentido común y una nueva etapa. Lo que ha traído es ruido, gesticulación y una preocupante falta de propuestas. Ha convertido el Congreso en un plató, la política en un espectáculo, y la oposición en un ejercicio de cinismo. ¿Dónde están las ideas? ¿Dónde está el compromiso con la transparencia, con la justicia, con los derechos sociales?.
La derecha puede hablar de corrupción, sí, pero antes debería mirarse a su misma y purgar sus miserias siendo constructivos para el país y no la mecha del explosivo que la ultraderecha quiere utilizar para dinamitar nuestra débil democracia.
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