Indalecio Prieto y el arte de pensar con matices.
Como una especie de colofón, cierro con éste texto la “trilogia” que he publicado sobre los liberales y la libertad (el primero fue una licencia veraniega en forma de fábula, el segundo con un objetivo pedagógico y éste final casi como una definición autobiográfica) Y lo hago con una frase que, en mi opinión, resume una forma de pensar, una forma de sentirse, que algunos ven como debilidad cuando realmente está llena de fuerza y compromiso. Indalecio Prieto dijo: soy socialista a fuer que liberal, y yo la suscribo, por los motivos que voy a ir desarrollando.
En una época marcada por la polarización, donde los matices parecen haber sido desterrados del debate público, conviene rescatar voces que supieron pensar con complejidad. Una de ellas es, como ya he dicho, la de Indalecio Prieto, figura clave del socialismo español durante la Segunda República, que dejó para la historia una frase tan provocadora como reveladora: “soy socialista a fuer de liberal.”
¿Una contradicción? ¿Una concesión al adversario? Nada de eso. Prieto estaba formulando una síntesis política valiente, que hoy, casi un siglo después, sigue interpelando a la izquierda contemporánea.
La expresión “a fuer de” (arcaica pero precisa) significa “por ser” o “en virtud de ser”. Prieto no se disculpa por ser liberal; lo reivindica como el fundamento de su socialismo. Y no se refiere al liberalismo económico, sino al liberalismo político: el que defiende la libertad de expresión, el pluralismo, el Estado de derecho y el respeto a las minorías.
En los años treinta, mientras Europa se debatía entre fascismos y estalinismo, Prieto apostaba por un socialismo institucional, reformista y profundamente democrático. Frente a quienes veían en la revolución violenta el único camino hacia la justicia social, él defendía que la libertad era condición necesaria para la igualdad.
Hoy, cuando el discurso político se desliza hacia los extremos, la frase de Prieto adquiere una vigencia inquietante. En muchos espacios, se sigue planteando una falsa dicotomía: o libertad o igualdad. Como si defender los derechos individuales implicara renunciar a la justicia social, o como si luchar contra la pobreza exigiera sacrificar la democracia.
Prieto nos recuerda que la izquierda no puede permitirse despreciar la libertad, ni el liberalismo político que la sustenta. Porque sin libertad, la igualdad se convierte en imposición. Y sin justicia social, la libertad se vuelve privilegio.
La frase de Prieto es más que una declaración de principios. Es una invitación a pensar con matices, a construir una política que no se conforme con etiquetas ni dogmas. En tiempos de ruido y furia, esa actitud es revolucionaria.
La izquierda del siglo XXI necesita recuperar esa mirada. No basta con denunciar las injusticias del sistema; hay que hacerlo desde una ética democrática, que respete la pluralidad, la crítica y el disenso. El socialismo que desprecia la libertad acaba pareciéndose demasiado a aquello que dice combatir.
“Socialista a fuer de liberal” no es una paradoja. Es una síntesis valiente, una apuesta por una política que una lo mejor del liberalismo y del socialismo. En tiempos de simplificación ideológica, conviene recordar que la democracia se construye desde la tensión creativa entre libertad e igualdad, no desde su exclusión mutua.
Indalecio Prieto lo entendió antes que muchos. Y su voz, hoy más que nunca, merece ser escuchada.
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