ABANDONAR O LUCHAR CON ARGUMENTOS.

Algunas razones (mis razones, quede claro) del por qué los progresistas no deben abandonar determinadas redes sociales para, desde ellas, luchar contra la desinformación y la manipulación.

En un mundo donde la información fluye a una velocidad vertiginosa determinadas redes sociales  siguen siendo las plataformas más influyentes para el intercambio de ideas y la formación de opiniones. Para los progresistas, abandonar este espacio sería un error estratégico, especialmente cuando la desinformación y la manipulación amenazan con distorsionar la realidad y polarizar a la sociedad. Permanecer no solo es una cuestión de resistencia, sino también una oportunidad para, huyendo en lo posible del insulto o la burla, colaborar con esa transformación de la sociedad por la que se apuesta ideológicamente.

Las redes son un campo de batalla donde las narrativas falsas pueden propagarse rápidamente. Los progresistas tienen la capacidad de responder de manera inmediata, desmintiendo información errónea y proporcionando datos verificados. Este esfuerzo no solo combate la desinformación, sino que también refuerza la confianza en fuentes confiables.

La pedagogía es clave para transformar la manera en que las personas consumen y comparten información. A través de hilos educativos, infografías y debates constructivos, los progresistas pueden incidir e insistir en la identificación de noticias falsas, verificación de  fuentes y el desarrollo de un pensamiento crítico. Este enfoque no solo informa, sino que también empodera a las comunidades para resistir la manipulación.

A pesar de sus desafíos, determinadas redes siguen siendo una plataforma con un alcance masivo. Abandonarla significaría perder la oportunidad de llegar a audiencias diversas, incluidas aquellas que podrían estar expuestas a la desinformación. Permanecer permite a los progresistas amplificar sus mensajes y conectar con personas que buscan perspectivas basadas en hechos. Huir a espacios más “amables” permite que esas determinadas redes sigan transformándose en “clubs” privados desde donde retroalimentarse de bulos, conspiraciones y relatos polarizadores que inciden en la transformación de la sociedad en un mero agregado de grupos enfrentados.

Desde dentro de las plataformas, los progresistas pueden exigir  que se implementen políticas más estrictas contra la desinformación y fomente un entorno más saludable. La presión colectiva puede llevar a mejoras significativas en la moderación de contenido y en la transparencia de los algoritmos.

En conclusión, los progresistas no deberían ceder terreno. Permanecer en las plataformas , utilizando la pedagogía y el análisis crítico como herramienta, es esencial para combatir la desinformación y la manipulación, mientras se construye un futuro más informado y justo. Insisto, huir deja el terreno del debate en esas plataformas a los discursos de la ultraderecha, por lo que, si nos hemos marchado, debemos volver.

 Y por último, respecto a las estrategias comunicativas de las instituciones, exigir veracidad, transparencia y espacios para el debate es algo que la ciudadanía, lejos de abandonarse a los espacios acotados por “colores” debería exigir sin ambages. Solo desde la actitud crítica, el debate sobre argumentos y no solo sobre creencias u opiniones, toma sentido democrático la discusión pública. Lo que si deberían abandonar los progresistas es la defensa acrítica de “los suyos”, pues la responsabilidad moral de creer en la igualdad, la justicia y la libertad es un valor que está por encima de los líderes, que, como todos, pasan. Las ideas, los valores y los principios, permanecen

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