LA ADMINISTRACIÓN Y SUS PARADOJAS
Pese a que las noticias de nuestro
municipio que se publican en los medios tradicionales no son demasiadas, la
actividad municipal las genera de forma cotidiana. La penúltima cuestión ha
sido el desistimiento en el procedimiento de contratación abierto para renovar
el servicio de recogida de residuos y limpieza viaria. ¿Por qué?. Sencillamente
porque el Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales ha anulado
una cláusula en la que el Ayuntamiento se arrojaba la potestad de regular los
servicios mínimos en caso de huelga.
Comisiones Obreras presentó, en el
plazo abierto para alegaciones, una referente la cuestión de la regulación de los
servicios mínimos, que fue desestimada por el Pleno municipal a propuesta del
gobierno del PP, por lo que esta cuestión podría haber sido solucionada
mediante la necesaria y lógica rectificación antes de que el TACRC interviniese
para “corregir” algo que, por obvio, parece incluso hasta ridículo.
Una pregunta podría ser, ¿Se reunió
alguien con CCOO para analizar los motivos de la alegación? Si así hubiese
sido, seguramente el procedimiento habría continuado sin mayores problemas,
ahora, por una actitud inflexible a la vez que incomprensible, se vuelve a la
casilla de salida.
Es necesario recordar que el contrato
de recogida de residuos y limpieza viaria lleva vencido desde hace años, con prorrogas
sucesivas que incluso han merecido la advertencia de los servicios jurídicos
municipales.
Esto, que podría parecer un simple traspiés
creo que es algo más: es un síntoma de que la maquinaria burocrática no
funciona como debiera, pues este “traspiés” se suma a otros que vienen
retrasando obras y servicios desde hace años, poniendo en evidencia que la
organización administrativa municipal está necesitada de una revisión profunda
(no unilateral y partidista) que la dote de la lógica necesaria para cumplir
con su cometido de servicio público eficiente y eficaz.
Hace algunos meses, igualmente el
gobierno del PP propuso y aprobó (únicamente con los votos de su socio de extrema
derecha) una “reorganización” de la estructura administrativa, amén de
modificaciones de la Relación de Puestos. Aparentemente esta reorganización no
está siendo lo positiva que pretendía. Quizá si esa reorganización no hubiera
pretendido únicamente resolver un problema creado por la unilateralidad en las
decisiones respecto a la organización administrativa (anulación, por parte del
TSJ, de la división del departamento de servicios e infraestructuras y
nombramiento, al margen de la ley, de una jefatura de servicio), y hubiera partido
de un estudio, una evaluación y un análisis crítico, además de un acuerdo político
más amplio ( que el de su socio de ultraderecha), la reorganización de los
servicios administrativos habría
empezado a funcionar de forma más (insisto) eficiente, al no estar condicionada
por el “partidismo” unilateral, y que somete a la administración de todos y
todas a tensiones absolutamente innecesarias.
Me gustaría finalizar esta reflexión
con una idea que Carles Ramió transmite, en mi opinión, de forma absolutamente
certera, en su libro El Colapso de la Administración Pública en España ( Editorial
Catarata). Ramió señala que los líderes políticos tienden a evitar reformas
profundas debido a intereses partidistas y a una visión a corto plazo. Esto
genera un inmovilismo estructural que impide la modernización necesaria para
enfrentar el reto de transformar la administración en una herramienta,
eficiente económicamente y eficaz a la hora de abordar los problemas y
exigencias de la sociedad.
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