BIENVENIDO.
Felipe VI dijo en su visita a El Campello, con motivo de la repatriación de los restos de don Rafael Altamira: el regreso de Rafael Altamira es un acto de justicia histórica y de reconciliación. Y, sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con el monarca, hasta cierto punto.
El regreso de los restos del insigne jurista y humanista y los de su esposa Pilar Redondo son, efectivamente un acto de justicia histórica, pero no tanto de reconciliación, pues si así hubiera sido, no solo se habría resaltado la incuestionable aportación intelectual, sino sus creencias declaradamente republicanas, motivo por el que estuvo exiliado de nuestro país durante setenta años. Las manifestaciones de los representantes de la extrema derecha en nuestro Ayuntamiento “negando” que Rafael Altamira fuese republicano y exiliado (sin que recibiesen una rectificación por parte del gobierno municipal) son una prueba de que en nuestro país, la reconciliación no ha sido ni será posible al existir posiciones que siguen enrocadas en la ignorancia justificativa de lo históricamente injustificable. La propia nieta de Rafael Altamira declaró : “ mi abuelo, Rafael Altamira, le dejó claro a Franco que no volvería del exilio mientras un traidor a la República estuviese en el poder; y no volvió”.
Sobre el compromiso político de Rafael Altamira se ha pasado de puntillas, en mi opinión, con la clara intención de que su ideología republicana no hiciese pensar más de la cuenta en ese nefasto período histórico. El homenaje al que ha asistido Felipe VI, no debería haber caído en la misma negación de la verdad que el franquismo impuso a su figura obviando, en los múltiples homenajes su carácter de exiliado. En 1966 el entonces cronista oficial de Alicante, siguiendo los dictados del régimen escribió que Rafael Altamira se había “trasladado a Mexico en 1936 donde le sorprendió la muerte”. Ninguna referencia a los verdaderos motivos por los que Rafael Altamira no había vuelto a su amada patria ( cuando se le ofreció volver dijo: “yo salí por una causa y esa continúa, si quieren que yo regrese a España –y no saben las ganas que tengo, pues entre otras cosas quisiera morir allí, diga a quienes le han mandado que devuelvan la libertad al pueblo español, y no solo yo, sino todos los que estamos en el exilio retornaremos felices a nuestra tierra”).
Por lo tanto, seamos justos, y junto a la satisfacción de la vuelta de Don Rafael Altamira, ensalcemos su trabajo intelectual, si, pero también su compromiso político con la libertad y la democracia. Las generaciones de jóvenes campelleros y campelleras tienen derecho a conocer, en toda su dimensión, la importancia de su figura. Sin censuras: ha regresado a su patria, al pueblo donde quería estar, un humanista, jurista e historiador, dos veces candidato al Novel de la paz, pero también un republicano, liberal y exiliado que hasta el fin de sus días rechazó la dictadura. Como acertadamente recoge un medio mexicano sobre la desinformación y manipulación ultraderechista de la figura de Rafael Altamira: …el perjuicio obra milagros y tergiversa los hechos…alegrémonos de tener al alicantino enterrado en su tierra…olvidemos que don Rafael tuvo el capricho de morir en Mexico. Así de ocurrente es la historia para quienes también piensan que el franquismo fue una etapa de ·reconciliación.

Comentaris
Publica un comentari a l'entrada