A EVA YO LE DIRÍA...
La pasada semana tomó posesión del cargo de Concejala de nuestro Ayuntamiento Eva Segura. La verdad es que, pese al tiempo que ha pasado desde que Eva jugaba en uno de los primeros equipos de baloncesto que tuve el placer de entrenar ( pues, seguramente, la friolera de ¿treinta y tantos años?) le guardo, como a todas las jugadores que entrené, un cariño especial. Pero a la mujer que tomó posesión del cargo, realmente no la conozco. No se que piensa, cuales son sus convicciones. Lo que si se es que cuando nos reencontramos, en la campaña de las municipales de 2019, me alegró que hubiese tomado partido, comprometiéndose con un candidatura política que en ese momento estaba en “la cresta de la ola” ( recordar que Ciudadanos en las elecciones generales de abril de 2019 obtuvo en El Campello el 20,9 de los sufragios válidos, que si los hubiese ratificado en las elecciones municipales les habría situado con cinco o seis representantes, lo que hubiera propiciado que Eva entrase en la constitución de la corporación desde el principio) lo que suponía, a priori, una gran responsabilidad. Pero tras su toma de posesión por la dimisión de dos de sus compañeros de lista, y después de lo que pasó, no sabría que decir.
La ruptura de la disciplina de voto significaba que Eva se situaba fuera de ciudadanos de facto. No sólo por votar contra el criterio de su grupo, sino por hacerlo tras haber abandonado el partido. Lo lógico (y me permito añadir, lo ético) hubiese sido dejar el acta junto al carnet. Pero no fue así, y ha protagonizado una situación que no se si ha sido grata para ella o no, pero no es nada positiva para nuestra democracia local.
Se habla de Ley electoral “perversa” por atribuir personalmente el acta a la persona que va en una lista. Pero la realidad es que, siendo un posible anacronismo
( un sistema de listas cerradas y bloqueadas), nadie le pone el cascabel al gato y modifica esa “perversidad” (creo recordar que Ciudadanos se oponía a la Ley electoral de la Comunidad Valenciana propuesta por el gobierno valenciano, que recogía de alguna forma el voto directo a los y las candidatos y candidatas a través del voto preferencial)
Realmente el votante da su voto a una candidatura, a una “marca” electoral, a un programa, unas ideas, un discurso y, en el caso de las municipales, también a una persona que va en la candidatura, aunque ésta no tenga posibilidades de salir elegida. Por lo tanto, las personas que aceptan participar en una candidatura tienen el compromiso ético de acatar las normas internas de cada organización, que son las que definen la actuación de los candidatos y candidatas electos y electas.
Todos aceptamos las reglas del juego, pese a sus perversidades. Y para evitar (en lo posible) que nadie disponga del acta en contra de la organización que le eligió, se establecieron unas normas restrictivas, pero yo diría que insuficientes. O se abren las listas de alguna manera, o se define la “propiedad “ del acta o esta cuestión se va a repetir muchas veces, máxime en un contexto de debilidad de los partidos políticos en cuanto a la función de selección de dirigentes entre una igualmente debilitada militancia. La gente ya no participa en los partidos porque los considera “clubs” privados en manos de unos grupos que únicamente persiguen el poder, y ésto es un problema. Pero no es éste el momento de abrir un melón como el de los partidos políticos locales, aunque como me apetece mucho, seguramente lo haré sin tardar demasiado.
Lo cierto, es que lo lógico (y necesario, añadiría yo) es que Eva explique a la ciudadanía los motivos de su abierta discrepancia con su grupo. Creo que en el cargo va igualmente esta responsabilidad. Aunque la ausencia de explicaciones y la firmeza de su voto en su primer pleno me dice que venía reflexionada de casa.
Que al PP le guste más o menos, simplemente es por el perjuicio que le causa a un partido debilitado por muchos motivos, no porque aritméticamente le venga bien, pues sigue sin sumar los votos suficientes para “gozar” de la mayoría absoluta ( sobre ésto, creo que también habría que reflexionar, de forma paralela a la propiedad del acta, porque que una mayoría absoluta pero exigua tenga los recursos legales para imponer políticas que trascienden el período del mandato electoral debería provocar una revisión de las mayorías necesarias para tomar ciertas decisiones pues es interesante recordar que el actual Alcalde fue investido con el 48,6 del voto válido y “solo” con el 26,7 del censo electoral). Pero insisto, esto ( al igual que el sistema local de partidos) es motivo de otro debate.
Personalmente y manteniendo el cariño que siempre he sentido por todas y todos los jugados que han pasado por mi como entrenador, lo que le pediría a Eva, insisto, es que explique a la gente el motivo y a renglón seguido tome la decisión de dejar el acta. Creo que es lo mejor para ella, pero estoy convencido de que es lo mejor para nuestro maltrecho sistema democrático.
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