MOCIÓN DE CENSURA
En esta cuestión, estoy en parte de acuerdo con la posición de Compromís: para qué. Es la pregunta que deberíamos hacernos antes de apoyar o rechazar un cambio en el color político de la Alcaldía de El Campello. Aplicada, por ejemplo al gobierno de coalición que surgió de la investidura de 2019, la respuesta podría ser: solo para llegar al gobierno y conseguir los privilegios que éste conlleva (sin propuestas, sin programa, sin un mínimo guion más allá de estar en el poder)
Las denuncias de paralización administrativa son tan reales como los agujeros en la vía pública, la ausencia de mantenimiento, la paralización de los ascensores o el vaciado de las fuentes. Pero a esa pregunta, se le debería sumar un análisis sobre el origen de la situación, más allá de sus consecuencias, para así poder (en su caso) abordar un cambio de gobierno basado en hecho y no solo en la buena voluntad.
El problema viene de lejos, y de eso creo que saben mucho (o al menos deberían saber) los grupos políticos que formaron parte del gobierno de coalición. El conflicto competencial entre los diferentes departamentos es fruto de un diseño incompleto pues, si lo que se perseguía en 2018, con la organización de los centros gestores, era la eficacia, lo que se consiguió fue poner contra la pared a muchos de los técnicos que hoy se niegan a firmar contratos menores. Las carencias de personal jurídico, por ejemplo, ha propiciado que podamos afirmar que el diseño fue un error sobre el que habría que actuar. ¿Cómo?. Reorganizando esos departamentos, ya sea dotándolos de personal técnico-jurídico o bien centralizando el procedimiento. Otro de los problemas que ha condicionado la gestión diaria ha sido la falta de presupuesto, a lo que se suma, el retraso en aprobar la liquidación del ejercicio anterior. La solución a ésta cuestión es, evidentemente, aprobar unas nuevas cuentas municipales. Si el hipotético nuevo gobierno se pusiese a trabajar en ellas, tras “aterrizar” los nuevos responsables de las áreas, posiblemente el problema con el que se podrían encontrar sería, nuevamente, la falta de organización. Y como hay que decirlo todo, también una especie de superestructura técnica de la que seguramente podrían hablar los políticos que formaron parte del gobierno de coalición el pasado mandato, que fueron incapaces de presentar (administrativamente) unas cuentas municipales en cuatro años ( y no sólo por estar en minoría, cuestión que requeriría algo más de espacio para reflexionar porqué se dilapidó el capital político que se obtuvo en la investidura de 2015).
Por lo pronto tenemos ya una serie de condicionantes que, en mi opinión, entrarían en contradicción con las buena voluntad de los miembros de ese hipotético nuevo gobierno.
Sobre la otra pregunta que Compromís plantea ( con quién y cómo), la respuesta es más sencilla: si Ciudadanos, al haber formado parte del gobierno PP-extrema derecha es parte del problema y, por lo tanto, se condicionaría el apoyo a que no entraran en el gobierno, tenemos la cuarta pata del banco de la inviabilidad. Ciudadanos necesita la visibilidad que el gobierno le ofrece para seguir construyendo su relato de cara a las próximas elecciones ante su debacle como marca política (Madrid, CyL y, ¿Andalucía?). Por lo que su exclusión, plantearía un problema aritmético.
Hablar de moción de censura es legítimo, pero creo que hay que analizar si los problemas que sufrimos tendrían o no una solución rápida con un cambio en la Alcaldía. Mi opinión es que no. Que únicamente se produciría un cambio simbólico que no produciría un rendimiento institucional lo suficientemente eficaz como para que la ciudadanía lo notase. Pongámonos en el caso de que se aprueba un Presupuesto o la liquidación, se aprueba una modificación de crédito para dotar las partidas hoy paralizadas y que, incluso, se reestructuran los diferentes departamentos. Todo ello en un tiempo récord y con una agilidad hasta hoy impensable, a lo que habría que añadir, además, que entramos en período estival y una parte del personal empezaría sus vacaciones. Si vamos sumando variables (todas ellas dependientes), al menos yo llegaría a la conclusión de que una moción de censura, ahora, no obtendría los frutos que la buena voluntad o incluso el oportunismo parecen querer garantizar.
Evidentemente, mi posición no espero que sea entendida por los que dan más valor a lo simbólico que a lo práctico, pero creo que antes de tomar una decisión hay que valorar, además del rendimiento político ( o electoral) que ésta tendría, el cómo afectaría a las políticas públicas.
Si se quieren cambiar las cosas, creo que hay que empezar por los cimientos y no por el tejado, y para mi, pese a que ideológicamente pudiera compartir la satisfacción de ver a la derecha en la oposición , creo que la estrategia debería ser otra: demostrar que la izquierda, hoy en la oposición, tiene propuestas para llegar al gobierno.
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