TRASVASAR LA CONFRONTACIÓN

 La política en la Comunitat Valenciana corre un cierto riesgo de “ayusización” que, de momento, no ha tenido respuesta desde el otro extremo del tablero político autonómico. Y no lo ha tenido, porque no estamos (afortunadamente) en período electoral, pues si así fuese, los discursos podrían haberse inflamado de forma radical.

Uno de los factores ( a parte del carácter y, por consiguiente, la impronta personal de la líder de la derecha madrileña) que tensaron al electorado madrileño fue el relato de confrontación que el discurso de la derecha y una parte de la izquierda ( PP y Podemos en el caso madrileño) impusieron en la precampaña y la campaña de las elecciones a la comunidad de Madrid: libertad contra socialismo; libertad contra comunismo o fascismo frente a democracia. Pero ésta táctica no es nueva en la derecha, pues en 1977 ya fue utilizada por la derecha post franquista para acusar al PSOE de tener un programa “oculto” ( lo que precipitó cambios de estrategia en la socialdemocracia española como el abandono del marxismo en sus principios ideológicos y estatutarios). Ni el PSOE de 1977 quería traer la revolución bolchevique a nuestro país, ni la izquierda madrileña copiar modelos caribeños. Pero el relato, en una coyuntura de tensión emocional, ha surtido los efectos deseados, aunque también algunos no tan deseables.

La crisis socioeconómica y sanitaria en la que vivimos puede ser utilizada para implantar un discurso basado en el odio hacia el “otro” con objetivos electorales, y esto creo que no es compatible con la democracia, no en su forma instrumentalmente minimalista,como sistema de reglas para la selección de representantes, sino como herramienta fundamental de convivencia en la diversidad y la pluralidad.

En la Comunidad Valenciana, el gobierno de coalición entre el PSPV-PSOE, Compromís y Podem tiene una buena salud. Se gobierna, se toman decisiones que benefician a una gran parte de la ciudadanía y el liderazgo del gobierno ( principalmente del President Ximo Puig) no está sometido a la inestabilidad que lo estaba el gobierno de Madrid entre PP y Ciudadanos. Pero el modelo madrileño va a intentar exportarse ,y la primera muestra la tenemos en Castellón. La nueva Presidenta del PP de Castellón ha importado esos ejes centrales, no sólo del “ayusismo”: la deslealtad institucional unido al discurso“guerra civilista” ( que tanto rechazan pero que tanto utilizan cuando creen que les conviene electoralmente).

"Vamos a rescatar a Castellón de las garras de la izquierda", "en Madrid ha ganado la libertad", "izquierda sectaria", "basta de prohibiciones" o "basta de la izquierda socialcomunista", son algunas de las manifestaciones de la recién elegida Presidenta del PP de Castellón. Demasiadas coincidencias con ese discurso táctico que considero absolutamente desleal con las instituciones democráticas (negar la legitimidad del gobierno, acusándolo de sectarismo en su acción de gobierno) y tan peligroso para la convivencia en una comunidad donde la polarización ha sido amortiguada por la actuación comprometida y responsable del gobierno.

Todavía no he oído a la izquierda responder, y espero que no lo haga en los términos en los que lo hizo en Madrid, que tan malos resultados le depararon. Pero no sólo por los resultados, sino por el clima político, espero que los partidos y organizaciones progresistas utilicen argumentos basados en el gobierno, en los acuerdos y las políticas puestas en marcha, dejando de lado el pernicioso discurso de la confrontación, sustituyéndolo por el de los argumentos, ¿discrepantes?, si, pero leales . Estoy seguro que esta actitud será la que mantendrá el President Puig, pues ha sido su línea a lo largo de la legislatura pese a las tensiones a las que ha estado sometido en un contexto de crisis socioeconómica y sanitaria. Pero no tengo demasiado claro que el resto de fuerzas políticas sean coherentes y eviten alimentar a esa “bestia” que puedan estar promocionando desde la derecha y que tanto daño ha a la convivencia.

La rentabilidad electoral que éste discurso pueda deparar para la derecha creo que no vale el precio de una confrontación política polarizada y descarnada que nos enfrente, casi de forma irreconciliable, a los y las valencianos y valencianas. El clima que afortunadamente vivimos en la Comunidad Valenciana considero que vale la pena protegerlo de los extremismos que puedan querer trasplantar en una sociedad plural, pero sensata y leal con las instituciones una confrontación cainíta que nos haría retroceder en libertad, en derechos y, en definitiva, en calidad democrática.

Creo humildemente que debemos exigir coherencia y compromiso con los valores de convivencia democrática: desgastar al adversario no significa convertirnos en enemigos irreconciliables. La lealtad institucional y la templanza deben ser valores que, como hasta ahora, primen en la realidad democrática de nuestra comunidad. Por el bien común, ponerla en riesgo no sería responsable y pondría en peligro muchos de los logros a los que hemos llegado como sociedad e incluso nuestro futuro como tal.

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