POR LOS PELOS
Para que la política llegue a la ciudadanía, es necesario el uso de los medios, lo que provoca que, no sólo los gobiernos y representantes en general se hayan adaptado al nuevo ecosistema de información y lo usen, no sólo para transmitir información, sino propaganda. Esto, ha sido definido por algunos académicos como la espectacularización o trivialización de la política.
Los medios tradicionales no han escapado a esta trivialización ofreciendo, junto a noticias y opiniones políticas imágenes que nada tienen que ver con la política aunque sí como los políticos. Las imágenes del corte de pelo de un político a modo de primicia informativa, nos lleva al peor de los escenarios donde la confusión entre noticia y puro entretenimiento convierte la política en espectáculo que la vacía de contenido. Quizá sea ese el objetivo, para poder ir formando ( o deformando) a la ciudadanía para siga desviando su atención a lo intrascendente, llevando definitivamente la política a la categoría de chascarrillo.
Las redes sociales han aportado mucho a la trivialización de las actividades políticas. Los mensajes sesgados, las imágenes irrelevantes y una sucesión de escenas donde los políticos aparecen casi como “super héroes” que tienen la capacidad de hacer y estar en multiples situaciones y lugares. El mensaje es “mira todo lo que hago por ti”, y la imagen: ese soy yo.
Pero redes y medios se retroalimentan mutuamente. Las imágenes y la propaganda es ya un recurso informativo para mantener a las buenas gentes entretenidas mientras los mensajes van calando y formando opinión.
El término “política pop” es una definición de este escenario. El profesor italiano Gianpietro Mazzoleni desarrollo éste concepto. Según Mazzoleni, la representación mediática de la política no tiene que ver sólo con la maquinaria informativa sino que es una actividad cada día más relacionada con la industria del entretenimiento donde la política persigue incrementar su audiencia poniendo a disposición del público multitud de imágenes y escenas que, teniendo relación con la política la trascienden, adaptándose al espectáculo mediático sin valorar el precio que la política paga por adaptarse al espectáculo. La política “pop” se convierte gracias a medios y redes en realidades familiares, objetos de diversión y curiosidad como lo son otros personajes y situaciones del mundo del espectáculo
La comunicación política ha sido y es el método a través del cual un dirigente político hace visibles sus ideas. Trasladado el concepto a la acción política, es la herramienta de transmisión de la política hacia el público con el objetivo de conseguir aceptación a su actuación, pero también adhesión a su persona. El término que se utiliza para definir el relato que quiere transmitirse a través de los nuevos y viejos medios es el de “ storytelling” (contar historias). Y esas historias en la actualidad pretenden sintetizar, como antes decía, la imagen, no sólo de propuestas o políticas ( con su información), sino de imágenes sobre las que construir un relato de “hiperatividad” pero, ¿sobre qué?. Esa pregunta es recurrente cuando uno recorre las redes sociales institucionales y personales.
Chiristian Salmon, en “La Ceremonia Caníbal” advierte que la política se teatraliza y que “el hombre político se presenta cada vez menos como una figura de autoridad y más como algo que consumir…”.
Los defensores del “politainment” (anglicismo formado por “politics” y “entertainment”) argumentan que, en tiempos de desafección la espectacularización es la vía adecuada para acercar el mensaje a los consumidores de entretenimiento no interesados por la política. Pero, en mi opinión hay un lugar para otro tipo de comunicación política vinculada a la gestión política, entendida como herramienta para la transmisión de información. Una comunicación pedagógica, interactiva y no de espectáculo que piensa en consumidores, sino en ciudadanos.
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