3 DE ABRIL: 42 AÑOS DE DEMOCRACIA MUNICIPAL.

 En el año 2019 se conmemoró, con toda solemnidad, el 40 aniversario de la recuperación de la democracia municipal. En El Campello, se organizó un acto en el que se dieron cita 93 de los 117 cargos electos hasta ese día. La reseña en el diario Información citaba textualmente “Únicamente faltó a la cita Ángel Sánchez Sánchez, breve alcalde en 1995, al que le fue imposible acudir”. Y he de decir que no, que no me fue imposible acudir, sino que simplemente decidí no participar en ese solemne acto, lleno de institucionalidad pero vacío de contenido. Y cuando digo vacío, me refiero a la necesaria reflexión crítica que cargos electos y ciudadanía deben hacer periódicamente, no como acto de contrición, sino con el objetivo de aprender de los errores para mejorar nuestra democracia municipal. Quizá, la solemne celebración del 50 aniversario ( que con toda seguridad se realizará)esté precedida por una reflexión colectiva sobre cómo se ha desarrollado nuestra democracia municipal, y su correspondencia con la gestión de las políticas colectivas, para mejorarlas, pues eso redundaría en las necesarias reformas que nos aseguren, como pueblo, un mejor y más participativo futuro.

El 3 de abril de 1979 recuperábamos la capacidad de decidir; de elegir unos y unas representantes que nos diesen un gobierno que decidiese el camino que, como municipio, tomaríamos. La primera cuestión que me gustaría señalar es sobre la relevancia que la democracia municipal tiene para la ciudadanía o qué importancia o relevancia tiene la democracia municipal para los y las vecinos y vecinas.

En primer lugar los datos de participación apuntan a que la democracia municipal es vista por los y las votantes como de “segundo orden”. La impresión que parece tener la ciudadanía es que, en las elecciones municipales nos jugamos “menos” ya que sólo se han de gestionar servicios pero si pensamos la política municipal y, por ende, la democracia municipal, las políticas públicas a medio y largo plazo son el mejor instrumento para llegar a cumplir con el objetivo democrático, más allá de la gestión de lo cotidiano, algo que parece no ser importante para los diferentes gobiernos municipales, más allá de ir consolidando una imagen a través de mensajes que, analizados, poco tienen que ver con el recorrido y la concreción deseable para mejorar la vida de la gente.

Si comparamos el (en mi opinión) mejor dato sobre la relevancia que tiene la democracia municipal para la ciudadanía ( en su aspecto más práctico y concreto: las elecciones) podemos ver que la diferencia entre la media de participación entre las municipales y las Generales es de más de catorce puntos en detrimento de lo local, algo que, sin ser singular de El Campello, si denota la importancia que la representación y los gobiernos tienen para los y las vecinos.

A lo largo de éstos 42 años, la implementación de políticas de fomento de la participación, como mejora de la calidad de nuestra democracia municipal han sido “sólo” a través de acuerdos sin desarrollo operativo ( en 1994 se ponen en marcha los Consejos sectoriales de Deportes y Cultura, que decaen con el cambio de gobierno de 1995; 2012 aprobación del Reglamento de participación; en 2015 del Consejo sectorial de juventud como desarrollo de éste y en 2019 del reglamento del Consejo de Ciudad, ambos sin llegar a ser operativos en la actualidad), por lo que nuestra democracia local sigue “a la espera” de políticas que, a través del fomento de la participación, introduzcan mejoras en su calidad. No sirven los gestos personales, pese a que siempre son interesantes. Y no sirven porque dependen de la voluntad y no de una reglamentación duradera que trascienda a esa voluntad personal.

Los retos están sobre la mesa y, pese a la emergencia y uso propagandístico de las redes sociales como nueva “ágora” de debate público, herramientas como los sondeos (para conocer la opinión puntual y sin sesgos interesados en “confirmar” esa opinión) , junto al fomento de la participación directa ( combinada con un uso políticamente racional de los medios digitales y no sólo partidista) y una planificación de la evaluación de la actividad municipal podría dar una mejor perspectiva sobre la eficacia de la política municipal para mejorar la vida de la ciudadanía de El Campello.

Otra cuestión es, en mi opinión, superar el cortoplacismo de las decisiones y el carácter coyuntural supeditado a los equilibrios políticos del mandato: tener la mirada larga y un talante de acuerdo facilita el recorrido de las políticas más allá de los titulares.

Creo que para el cincuenta aniversario el balance debería partir de un análisis crítico sobre el desarrollo de nuestra democracia, quizá a pesar de la institución que debería representar a todos y a todas.

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