LAS CRISIS EN LOS GOBIERNOS DE COALICIÓN.

    Las apariencias, en muchas ocasiones, no nos dejan ver la realidad. Los titulares y los análisis periodísticos sobre las crisis que sufren los gobiernos de coalición deben puntualizarse para así intentar obtener una perspectiva quizá más ajustada de esa realidad política que se pretende analizar. Por esto, personalmente opto por una actitud coincidente con lo que Nicolás Maquiavelo expresó en El Príncipe: “siendo mi intención escribir algo útil para quien lo lea, considero más apropiado ir directamente a la verdad objetiva de los hechos que a su imaginaria representación”. Así que, éste texto es un intento de análisis en el que voluntariamente huyo de mis “imaginarias representaciones”.

    La realidad política municipal es diferente a la que se da en el Estado. La investidura del actual Alcalde se transformó en un gobierno de coalición con mayoría absoluta en el Pleno. Pese a ser dos coaliciones (en el Estado y en nuestro municipio) una de las diferencias que, en mi opinión se da, es que mientras que el gobierno de coalición del Estado estuvo sustentado por un amplio documento de acuerdos programáticos, el municipal fue (por así decirlo) por asentimiento, al no contar con un documento que estableciese las líneas y objetivos compartidos. El argumento esgrimido en su momento fue la “alta coincidencia programática”. Pero éste argumento es un poco tramposo: se pueden coincidir en determinadas líneas programáticas pero el objetivo de cada partido es diferente a medio plazo, pues los partidos minoritarios en el seno de las coaliciones tienen los objetivos, o de sobrevivir o de incrementar su apoyo. ¿Cómo?: aumentando su visibilización. Y ésto (pese a la impresión que podamos tener sobre la lealtad en el seno de un gobierno de coalición) es absolutamente legítimo en una democracia representativa y competitiva como es la nuestra y la de la mayoría de regímenes democráticos.

    Nuestra cultura política nos induce a pensar y creer que la debilidad de los gobiernos de coalición debe contrarrestarse con unidad. Y ésto es un principio que, además de ser falso puede incluso ser antidemocrático: los partidos políticos representan a un sector del electorado y desean que les sigan votando ( el principio de permanencia), por lo que tendrán que intentar que sus planteamientos y roles en el seno de un gobierno de coalición se visualicen de forma más o menos clara, diferenciándose siempre que tengan ocasión de la “larga sombra” del socio mayoritario. Y para entender ésta necesidad de diferenciación o mayor visualización, nada mejor que la teoría de juegos: lo que obtienen los ganadores es igual a la suma de las perdidas de los o ganadores ( suma cero). O lo que es lo mismo: evitar que la “unidad”, entendida como sometimiento de los no ganadores a los ganadores ( los mayoritarios frente a los minoritarios en el gobierno de coalición) lleve a la fagotización de los votos de uno sobre otro.

    Creo que éste es el contexto correcto desde el que analizar ( en general) las dinámicas en un gobierno de coalición sea en el ámbito institucional que sea. Ahora bien, la existencia de un acuerdo escrito “obliga” (de alguna manera) a ser leales a las partes pero, más allá de lo establecido, cada partido participante en una coalición post electoral, no tiene porque asumir las posiciones del otro, o viceversa. Y mantener ésta discrepancia es interpretado (y vendido propagadísticamente) generalmente como una crisis o como una posición desleal de los “pequeños”.

    El actual gobierno municipal de coalición está condicionado por factores que, si se miran los datos electorales de 2019, se podrán entender: la fortaleza o debilidad local de los partidos y candidatos, y unido a ésto, la dependencia del voto Estatal en su voto local.

    En 2019, el principal partido de la coalición (el PP) obtuvo en las elecciones municipales el 29,3% del voto válido: 5 puntos más que éste partido en las elecciones celebradas al unísono (Europeas) y 10 puntos más que en las Generales de un mes antes. En cambio, el actor minoritario de la coalición ( Ciudadanos) perdió 5 puntos respecto a lo que su partido obtuvo en las Europeas del mismo día y casi 10 sobre lo que obtuvo el partido a nivel Estatal un mes antes. Como puede observarse, el “pequeño”, tiene la necesidad de una mayor visualización social que el de mayor tamaño, por lo que las discrepancias, al no existir una agenda política compartida y firmada que precise de lealtad, necesita de esa mayor visualización que le haga compensar su debilidad electoral durante el mandato, y así intentar evitar la posible fuga de votantes hacia el partido mayoritario de la coalición.

    Para finalizar decir que, en mi opinión, pese a que las discrepancias seguirán siendo un continuo entre los dos partidos coaligados, ésto no supondrá una verdadera crisis que lleve a la conformación de una alternativa de gobierno. Y sencillamente porque la apuesta de Ciudadanos por salir del gobierno, además de acarrear la perdida de beneficios inmediatos, podría suponer una contradicción mayúscula frente a su posible electorado local en 2023, algo que sin duda aprovechará el partido mayoritario para poner, cada vez que tenga ocasión, “contra las cuerdas” a su socio de gobierno.

Y no, no me he olvidado de la “tercera pata” del gobierno. Pero difícilmente se puede analizar el papel de un actor que sólo asumió los beneficios directos de su apoyo de investidura (y de levantar la mano obedientemente en los plenos) pero que no gestiona en el gobierno ningún programa o departamento.

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