HOY ME TOCA SER DEMAGOGO
Si,
así, a lo crudo: demagogo. Tras leer que nuestras arcas municipales
( la de todos, que no lo olvide nadie) van a vaciarse en setecientos
setenta mil eurazos más , me ha salido la vena demagógica, ¡que
vamos a hacer!.
Someter
a un mínimo análisis (con pretensiones de una racionalidad mínima)
el hecho de que, de nuevo, nuestras arcas municipales tengan que
“soltar” más dinero, es un ejercicio casi de funanbulismo
político, pero sin pértiga; un ejercicio de malabarismo condenado a
la frustración. Pero, como uno es así de demagogo, pues me voy a
lanzar a la piscina y voy a hacer ese ejercicio de malabarismo
funanbulista.
El
actual gobierno de coalición ( de dos patas, no lo olvidemos, porque
la tercera pata es, por decirlo de forma correcta, una holografía
política, al igual que su rancio ideario) debe hacer frente a las
repercusiones de la gestión que el partido que lidera el gobierno
arrastra. ¿Demagogia?. Si nos arriesgásemos (en ese ejercicio
demagógico) a analizar el rendimiento de nuestra democracia local (
sí, democracia local, igual pero con detalles que la diferencia
respecto al sistema democrático que disfrutamos en nuestro sufrido
país), uno de los factores que habría que poner sobre la mesa es el
de gobernabilidad. Y no me refiero al mantenimiento o a la
estabilidad del gobierno surgido de la investidura de 2019, sino a al
resultado práctico de su trabajo político al frente de la
institución municipal; a la gobernabilidad como elemento de calidad
de la democracia local.
Pero,
¿a parte de los votos que sostienen legalmente al gobierno, hay
otros conceptos que pueden influir en la medición de nuestra
democracia?. Si.
En
el lenguaje cotidiano se utiliza el término para referirse a la
situación en la que el gobierno cuenta con apoyo suficiente en el
Pleno ( la comparación es sencilla: el gobierno de coalición
anterior, en minoría, sufría serios problemas de gobernabilidad en
éste sentido). Pero el término también se utiliza en el sentido de
capacidad de gobernar, no circunscrita a la aritmética plenaria.
La
gobernabilidad, para las ciencias sociales, es la capacidad para
tomar y aplicar decisiones desde los órganos de gobierno municipal
que resuelvan o mejoren problemas y conflictos sociales. La eficacia
se refiere en éste caso a la gestión, y su ausencia, suscita
problemas de legitimidad que habitualmente provocan una contestación
social. En el caso del “chorreo” de fondos municipales para el
abono de sentencias contrarias referidas a la gestión del PP en el
gobierno, los sufridos ciudadanos no parecen cuestionar ni la
gobernabilidad, ni por supuesto la legitimidad de una gestión que ha
costado cifras millonarias, que no olvidemos, en vez de ir a
políticas, van a pagar errores ( judicialmente demostrados) de los
políticos.
Y
como no podía evitarlo, ha salido de nuevo esa vena mía, tan
perversa y manipuladora: la demagógica . Entonces, pensemos
“demagógicamente” de nuevo: ¿qué se podría haber hecho con
las cantidades que se han sacado de las arcas municipales para pagar
pufos?. ¿Ven como no he podido evitarlo?
Creo
que el actual gobierno de coalición debe dar explicaciones con
urgencia, y si no es así, la oposición tiene la obligación
política de exigir la creación de una comisión municipal para
investigar, con los expedientes delante, uno por uno los pufos que
han impedido que los millones de las indemnizaciones hayan ido a
empleo, infraestructuras, programas sociales, etc. Si no lo hacen, y
aceptan que, siendo una decisión judicial, lo único que toca es
asumirla y pagarla, flaco, flaquísimo favor se le hace a la
institución y al sufrido ( aunque silencioso) pueblo de El Campello.
Siento
el tono de mis palabras, pero creo que si alguien justifica el pago
como un simple “error”, debería pararse a pensar en qué pueblo
vive o quiere vivir; qué gobierno tiene o quiere tener.
En
un contexto de crisis, donde se están tomando decisiones para
intentar paliar los efectos económicos que de forma tan cruel va a
golpear a la sociedad local ( con preferencia por los y las de
siempre: los trabajadores y trabajadoras, los precarios, las familias
humildes...) seguir apelando al acuerdo y al consenso para paliar los
efectos de la crisis socioeconómica sigue siendo necesario( pese a
que el gobierno no lo quiera), pero ese acuerdo y ese consenso nada
tiene que ver con depurar, con urgencia, las responsabilidades que
procedan, señalando a quien o quienes hayan sido los causantes de
que ( insisto) en vez de invertir en políticas, lo paguemos en
sentencias.
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