SIMILITUDES Y DIFERENCIAS



El Ayuntamiento de Madrid ( gobernado por una coalición similar a El Campello: PP y Ciudadanos con el apoyo externo de Vox), ha decidido que la unidad es el camino para afrontar la crisis que la pandemia va a provocar: desempleo, pobreza, precariedad, etc. La oposición ha adoptado una posición que yo calificaría de sensata y responsable, si la comparamos con la estrategia de ataque que la oposición parlamentaria ha desarrollado como estrategia. En mi opinión, resulta evidente que, incluso en el mismo partido, dependiendo del contexto, la reacción de los líderes políticos puede ser diferentes (en consonancia con los argumentos que, por ejemplo planteaba José Fernández Albertos en un artículo publicado en el diario El País de 30 de enero, titulado Localismo frente a polarización). En ese Ayuntamiento, por unanimidad, se ha constituido una comisión municipal para la reconstrucción. Y yo iría más lejos: no sólo en el aspecto social o económico, sino en cuanto a la confianza de la ciudadanía en la institución pública que más cerca está de sus vidas cotidianas.
En nuestro municipio, en el primer pleno telemático, se aprobó una moción también por unanimidad que establecía las líneas de actuación para afrontar nuestra crisis local que, sin ser diferente a otros municipios, si supone una ruptura con la normalidad que hasta ahora conocíamos, no sólo en lo que respecta a la vida de la gentes y las familias, sino a la principal actividad económica local: la hostelería. Se aprueba, por unanimidad, realizar una modificación presupuestaria para afrontar la crisis, revisando partidas para la confección de programas de ayuda dado el gravísimo impacto económico y social de la crisis sanitaria. Así mismo, se aprobó el incremento de partidas de Bienestar Social, Comercia y Empleo, Servicios y Educación. En resumen, la imagen estuvo a la altura de lo que la sociedad o al menos una importante parte exigía: estar a la altura de la situación.
Pero, pese al acuerdo unitario de actuación, el Gobierno municipal ( PP, Ciudadanos, con el apoyo externo de Vox) aparentemente ha decidido que, de forma unilateral va a preparar un documento propio para exponérselo a la oposición, en vez de ( como el ejemplo de Madrid) integrar a todos los grupos políticos en una Comisión que elabore un acuerdo conjunto y consensuado de actuación económica y social frente a la crisis económica que ya está sobre nosotros. O lo que es lo mismo: pese al acuerdo, el Gobierno parece que va a decidir asumir un protagonismo unilateral en un contexto donde la crisis no es sólo económica o social, sino de una desafección beligerante contra las instituciones democráticas.
El contenido del documento coincide con los diferentes anuncios realizados, tanto por el Gobierno como en el marco del acuerdo unitario. La diferencia radica en que en Madrid, el gobierno quizá ha decidido que la actual situación trasciende el partidismo y ha aceptado la unidad, en el marco ( como no podría ser de otra manera) de un debate político plural desde donde elaborar un plan de actuación inclusivo. Y el término inclusivo, en éste caso se refiere a considerar que cuando se gobierna no se hace sólo para los votantes propios, sino intentando que todos, partidos y ciudadanía se sientan parte de ese trabajo en beneficio de algo que también trasciende el interés partidista: el bien colectivo.
Evidentemente, que el gobierno pudiera decidir patrimonializar de forma unilateral la gestión, forma parte del marco legal y, por consiguiente, nada tengo que decir. Pero la legitimidad democrática ( como decía) va más allá del ejercicio del poder en función de los votos conseguidos; va más allá de los intereses de partido e incluso personales: se ratifica y refuerza en función de la capacidad integradora con que ese gobierno ejerce el poder (de nuevo Rossanvallon y su revisión de la legitimidad democrática)
La ciudadanía campellera, más allá de las afinidades o preferencias políticas, creo que, aunque solo sea en su fuero interno ( silenciosamente), desea y exige que los políticos que les representan estén a la altura de lo que las circunstancias exige, y trabaje para ese término eufemístico que supone “el pueblo” tan repetido como emocionalmente manipulador de conciencias tenga sentido más allá de lo simbólico.

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