ALIANZAS FATÍDICAS Y NO TANTO.



Parafrasear una obra de la relevancia como la redactada por Levitsky y Ziblatt (Cómo mueren las Democracias, Ariel 2018) podría parecer un atrevimiento e incluso un despropósito. ¿Porqué?. ¿Cómo trasladar comparativamente un contexto nacional ( como el Norteamericano actual) al nacional e incluso ( mayor atrevimiento si acaso) a uno local?. Pues no: no voy a hacerlo. Simplemente voy a utilizar como armazón de mi reflexión las premisas que éstos autores han utilizado para plantear este “pacto” como pernicioso para la democracia. ¿Quizá porque la democracia – nuestra democracia- es un régimen lo suficientemente perfecto como para no precisar de enmiendas?. No. Nuestro sistema democrático, desde la recuperación de las libertades, es un sistema mejorable, pero el estatu quo ha permanecido inalterado hasta que, a causa de la crisis financiera y política de 2008, han surgido partidos-movimiento que han sacudido, por la izquierda primero y después por la derecha, nuestro imperfecto sistema político.
El 15M, como aglutinador definitivo de diferentes movimientos surgidos en primera instancia del nuevo ecosistema digital, sacudió social y políticamente nuestra vida. La gente corriente, los jóvenes, los Mayores se aliaron para plantear un ¡Basta ya!, como órdago a la democracia representativa que hasta ese punto parecía, como decía, imperfecta, pero sólida. Y de éste movimiento, en 2014 surgió Podemos, un conglomerado de siglas de diferente procedencia y de tradición fundamentalmente comunista, que cuestionaba los cimientos, la estructura e incluso la tabiquería del edificio institucional sobre el que se sustentaba nuestro sistema político. En 2014, rompiendo todos los sondeos previos, consiguió cinco representantes en las elecciones Europeas, y en 2015 se convirtió en la clave de bóveda de muchos gobiernos municipales y autonómicos.
Por el camino inverso, Vox, que nació para la política en 2013, se quedó en las elecciones Europeas de 2014 en un 1,7 por ciento del voto y sin representación. Pero ese alumbramiento, procedente de una escisión del PP (su primer presidente fue Alejo Vidal-Quadras, antiguo dirigente del PP catalán y eurodiputado de éste partido) no cuajó en el escenario electoral hasta las elecciones autonómicas de Andalucía de diciembre de 2018, donde consiguió el 11 por ciento de los votos. Pero el espaldarazo definitivo fue en las elecciones Generales del mes de abril, con el 10,2 por ciento de los votos y 24 diputados.
Hacer este breve recorrido de dos fuerzas políticas tan dispares como las señaladas, tiene una intención: contrastar que la polarización política, al igual que plantean los autores a los que me he referido, promueve alianzas que, por un lado pueden ser calificadas como adaptadoras y otras disruptivas. La capacidad de adaptación que el sistema ha ejercido sobre Podemos creo que es evidente. Su entrada en gobiernos municipales, autonómicos y, definitivamente, en el gobierno de España, ha sido el catalizador de un progresivo y evidente proceso de adaptación al sistema, convirtiendo a los antes “antisistema” en parte del entramado institucional. Pero por el otro extremo, Vox, pese a que se ha convertido en bisagra necesaria para la conformación de gobiernos autonómicos y municipales ( como es nuestro caso), ha renunciado explícitamente a cualquier adaptación, manteniendo el original discurso “asilvestrado” que cuestiona de forma reaccionaria los logros innegables ( pese a mejorables) de nuestro sistema político.
La polarización se ha manifestado incluso en el discurso público: “trifachito” vs “socialcomunista”, como sucesión de epítetos que muestran el distanciamiento que se ha producido en la sociedad, sin duda, a causa de la radicalización, claramente instrumental, de la política.
Evidentemente, como los autores de referencia plantean, esas alianzas ( al igual que se ha producido en otros países europeos respecto a los partidos de la extrema derecha) no solo eran rechazables, sino que debían formar parte de un acto de sentido común por parte de los partidos que habían sostenido nuestra democracia. Y un factor, en mi opinión, fue clave en la definitiva decantación social y política: la estrategia del partido Ciudadanos, que teniendo en su mano la moderación del sistema, renunció a ello, en beneficio de un supuesto objetivo instrumental: el sorpasso por la derecha. Si los diputados de ésta formación hubieran acordado un gobierno de centro-izquierda tras las elecciones de abril de 2019, quizá, y sólo quizá, se habrían moderado las posiciones en beneficio de la moderación y la templanza. Pero ya es tarde, y el escenario es el que es pero, ¿tenemos todavía la solución?. Personalmente creo que será dificil, pero dada la institucionalización que podemos ha sufrido, convirtiendo a otrora partido antisistema en una organización prosistema; dado el mantenimiento de las posiciones de la extrema derecha, convirtiéndose en el único partido antisistema; dada la alianza del PP con la extrema derecha para no seguir desangrándose electoralmente, pese al perjuicio que ésta supone para el sistema político y social, solo queda esperar que el espacio de centro recupere posiciones en detrimento del extremismo de derechas, pues ésto supondría un “new deal” para nuestra democracia y, por ende, para nuestra sociedad.


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