DESESCALADA
La palabra de moda. Hace
un mes, más o menos ( o más según vaya el cuerpo) la palabra en
alza era “confinamiento” como el equivalente a reclusión o
encierro. Pero tarde o temprano tenía que ser sustituida por otra, y
ésta es “desescalada”.
Dice la RAE que no es un
término apropiado, por ser un término calco del inglés,
aconsejando el uso de palabras como disminuir, rebajar o reducir. Y
tras ésta curiosidad lingüística , ¿qué significado tiene éste
término en una época tan truculenta como la que atravesamos?.
Creo que la rebaja en el
confinamiento tiene dos enfoques. Por un lado, el que compete a las
instituciones y otro a la ciudadanía. El Estado, en su proyección
“weberiana”, como institución que hegemoniza o patrimonializa el
uso de la fuerza y la coerción ( en defensa, como es obvio, de los
intereses y seguridad general), prioriza la responsabilidad de dictar
las normas y procedimientos necesarios para preservar la salud y
seguridad de la ciudadanía. Esto significa, desde regular la
actividad económica y social en su dimensión colectiva, hasta
vigilar y sancionar los incumplimientos. Pero, ¿debe regular la
actuación individual?, ¿es una injerencia en la libertad ?.
En un escenario político
democrático, el diálogo con otros grupos políticos, contar con
opiniones técnicas y agentes sociales, parece lo adecuado. Y,
siendo cierto que la fractura y la polarización en la que estamos
instalados, dificulta el entendimiento, el Gobierno ( los diferentes
gobiernos de un estado multinivel descentralizado) tiene la
responsabilidad de propiciar ese encuentro pese a las oposiciones
centrífugas (hacia los extremos) que puedan existir, pues eso
influiría positivamente en la “desescalada” de la tensión
política, algo que sin duda podría influir en un aminoramiento de
la tensión social.
Si la ciudadanía asume
su responsabilidad individual para con lo colectivo, no sería
necesario tratarla desde esa aparente premisa de irresponsabilidad.
Los ciudadanos y ciudadadanas creo que tenemos claro que, sin
necesidad de ser obligatorias, tenemos que( no porque se nos
obligue, sino por que nos obligamos ) cumplir las normas explícitas
de protección y autoprotección: distancia social, protección
individual, etc. Entonces, ¿que problema hay en que de forma
individual la gente haga una vida "casi" normal en éste nuevo contexto
social de autoprotección y respecto a las normas (pasear, hacer
deporte, etc)?. Desde mi humilde punto de vista, ninguno, pero al
mismo tiempo, muchos. Ninguno porque la actitud cívica imperará en
la sociedad, y muchos porque no está claro que esa actitud esté
generalizada.
La reducción o el
aminoramiento progresivo de la reclusión o confinamiento, tiene dos factores que deben conjugarse para evitar caer en innecesarios
riesgos autoritarios, pero ésto depende en gran parte la actitud de
la gente: la suma de las actuaciones individuales con perspectiva
colectiva (como valor y enseñanza del proceso que estamos
atravesando). Pero como he repetido, la duda parece centrarse en si
la ciudadanía (o una parte de ésta), está preparada para volver,
no a la normalidad anterior, sino a un nueva, condicionada por nuevas
normas sociales y con la incertidumbre de no saber su duración.
Los gobiernos ( en
plural) tienen en su mano una parte de nuestro futuro como sociedad:
tomar decisiones para apoyar a la gente que ya está sufriendo las
consecuencias económicas, laborales y sociales de la enésima
pandemia; ser eficientes y
eficaces en la implementación de las políticas; transparentes en la
rendición de cuentas; coherentes con el marco democrático, en
definitiva. Y la ciudadanía debe aprender de lo vivido, poniendo en
valor lo colectivo y asumiendo sus obligaciones sociales, algo que
seguramente nos ayudará a superar ésta crisis sumando .
La coerción para
asegurar el cumplimiento de las normas, debería poder compaginarse
con la responsabilidad individual con ese factor al que me he referido varias veces a lo largo del texto: lo colectivo. Y ésto, podría
llevarnos a un escenario sustancialmente diferente. Pero claro, esto
es sólo una especulación o un deseo. Mientras tanto, sigamos
teniendo esperanza en la sociedad que saldrá de ésta crisis; que
será diferente, y esperemos que algo mejor, por la cuenta que nos
trae.
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