Y LOS MUNICIPIOS, ¿QUÉ?
La crisis sanitaria que
sufrimos está teniendo ( y va a tener) consecuencias imprevisibles en el sistema económico, y los municipios, como primer nivel de la
organización territorial, tienen que afrontar, en su marco
competencial, medidas tanto para amortiguar los efectos en el tejido
socio económico local, como para instituir mecanismos efectivos de
cara a otras posibles situaciones que puedan darse. Y en ésta línea,
el Gobierno del Estado, ha incluido en el Decreto-Ley medidas
dirigidas a los Ayuntamientos, como la posibilidad de utilizar los
superávit presupuestarios para hacer frente al Covid-19, en concreto
para financiar gastos de inversión en las áreas de servicios
sociales y promoción social. Igualmente se amplia el ámbito de las
inversiones financieramente sostenibles que incluye ayudas para
familias, autónomos y empresas.
Igualmente, y en cuanto
a los instrumentos de coordinación local, los gobiernos locales
pueden constituir la Comisión de Coordinación para la seguridad
prevista en el marco de la emergencia sanitaria.
Estas medidas, a falta
del análisis técnico y su encaje administrativo deberían tener ya
una respuesta por parte de los Ayuntamientos, analizando en qué y
para qué invertir ese dinero acumulado, unas veces por impedimentos
legales, otras simplemente por imprevisión.
No voy a ser yo quien
diga ni en qué ni cuanto, pues esa es misión de los representantes
públicos que, junto a otros actores sociales, deben establecer la
agenda de trabajo. Pero si me gustaría, como ciudadano, que esos
representantes políticos (de forma unitaria, a ser posible) nos
dijesen a todos y todas que sí, que ya están trabajando en las
posibles propuestas para que el resto de la sociedad civil, no sólo
tengamos oportunidad de dar nuestra opinión, sino para que sintamos
que los políticos que nos representan están asumiendo la
responsabilidad que les toca.
Pero, la flexibilización
del gasto promovido por la crisis sanitaria, lo que no puede ser es
una nueva “ventana de oportunidad” para que, lo que una regidora
de Cáceres afirmaba (fuente, Eldiario.es) ,cuando en el mes de abril
el gobierno flexibilizaba las inversiones: “ los Ayuntamientos
venimos demandando que podamos invertir en lo que queramos porque es
una forma de estar intervenidos”. ¡Bendita intervención!. Y, si
alguien no recuerda como se concretó ese “en lo que queramos”,
que eche un vistazo, por ejemplo, a una piscina “vacía” de
gente, o a la inexistencia de un centro de día, o una escuela
infantil municipal. O que se retrotraiga a esos momentos en lo que
,“en lo que queramos” eran aeropuertos o plazas de toros en
municipios de España.
Creo que ahora se tiene
la oportunidad de afrontar, deseablemente (insisto) de forma
unitaria, acordando y consensuado, una agenda de inversiones
socialmente necesarias.
Cuando el estado de
alarma se levante, no significará que el riesgo haya pasado, por lo
que será el momento de, por un lado, la prevención individual se
extienda a colectiva. Y por otro, que las instituciones públicas ( y
entre ellas, los Ayuntamientos) empiecen a trabajar para planificar
el uso de los superávits que se hayan podido acumular. Y habrá que
estar atentos en qué y para qué se utilizan esos fondos, pues las
decisiones que se tomen se deberán analizar, no como si no hubiera
pasado nada, sino como si la sociedad local pudiera volver a estar
amenazada por otras crisis, pero no sólo sanitaria, sino también
económica, aunque en ésto nuestro Ayuntamiento tendría que
mirárselo porque en los momentos más duros de la crisis financiera
de 2007-2008 su liderazgo para incentivar alternativas
socioeconómicas fue, por decirlo sin acritud, mejorable.
Pero, como no sólo de
inversiones vive un pueblo, tendremos que fijarnos también en los
servicios públicos y en cómo y quién los gestiona, en las
políticas dirigidas a los jóvenes, a los que están estudiando, a
los que buscan iniciar su proyecto vital y laboral, los mayores, más
allá de bailecitos y juegos de mesa, a las familias con hijos e
hijas pequeños, que para buscarse la vida necesitarían un apoyo.
Como sabiamente ha dicho
Daniel Innerariti, “el foco en la generosidad individual debe dar
paso a la exigencia de un sistema, unos procedimientos y unas
instituciones que cuiden unos de otros “. Y si la sociedad local no
toma conciencia de que no es un mero agregado de asociaciones de
intereses o territoriales y empieza a tener esa empatía necesaria
para considerar a todos y todas como vecinos, la crisis que vivimos
no nos habrá enseñado nada.
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