OBRAS MALDITAS.
Durante los años del
pelotazo urbanístico, en nuestro país florecieron una serie de obras
que, decididas desde la mayor de las irresponsabilidades, nacieron
estigmatizadas: malditas. Aeropuertos sin aviones, autopistas sin
coches, casas de cultura sin butacas e incluso alguna plaza de toros.
Como dirían en Aragón, acciones”sin talento”.
Al rebufo, o de
presupuestos municipales o subvenciones públicas la
irresponsabilidad, o la falta de previsión ( o ambas) se causó un
grave daño al interés común al despilfarrar fondos que eran
necesarios para luchar contra la desigualdad que provocan, en un
pueblo, las carencias en servicios públicos, fundamentalmente en
servicios de bienestar social: centros de día, centros de mayores,
escuelas infantiles, recursos para la pequeña empresa, sufrieron en
beneficio de las grandes; de las faraónicas obras que pueblan el
territorio español. En nuestro municipio, afortunadamente no hemos
sufrido demasiado estos avatares, aunque hay señales inequívocas de
que la gestión de los recursos públicos ha sido, en alguna ocasión,
algo más que deficiente. Es necesario mencionar el parking de la
Avenida Dels Furs, que costará “en diferido”, a las arcas de
todos un buen pellizco. Es necesario mencionar la modificación del
parque central, que costó lo que no tenía que haber costado al ser
una obra en compensación por edificabilidad, que ha costado a las
arcas de todos la nada despreciable cifra de un millón docientos mil
euros. Pero, si tuviera que elegir, si tuviera que decidirme por
alguna, sin duda lo haría por la piscina municipal. Una obra maldita
desde que el ínclito “molt honorable” Camps decidió “competir”
con el Plan E con su Plan Confianza, concediendo una suculenta
subvención a una corporación gobernada por el Partido Popular. Una
obra que venía a cubrir un renglón reiterativo de los programas
electorales, pero que nació sin un plan previo aunque con un
propósito: el rédito electoral. Y ya se sabe que los réditos
electorales son efímeros, pero los ladrillos sobre los que
habitualmente se pretenden construir, no.
La lógica de una
gestión responsable señalaría que la piscina nace tras hacer
balance sobre las necesidades y no sobre las oportunidades de
lucimiento. La lógica de una gestión responsable, indicaría que la
piscina nace tras un análisis, no ya sobre el porqué, sino sobre el
cómo: sobre cómo gestionar un complejo socio deportivo cuya gestión
ha sido polémica en otros municipios. La lógica de una gestión
responsable nos orientaría sobre esas cuestiones, en mi opinión,
claves previamente a abordar una inversión millonaria. Pero la
realidad es que ahí está el edificio. Una serie de salas,
vestuarios, aseos, piletas y pistas deportivas anexas que han pasado
a formar parte, no de la cultura local, sino de un cierto tipo
“patrimonio” casi histórico, casi arqueológico.
Mientras se desarrollan
actividades en lugares, digamos, poco apropiados las salas siguen
vacías, mientras algunos vecinos y vecinas se desplazas por motivos
de salud a otras piscinas, la nuestra, pese a estar pagándose su
mantenimiento, no se ha podido abrir, ni siquiera de forma
provisional ( hasta que nuestros representantes se pusiesen de
acuerdo sobre cómo gestionarla). Esa es la realidad de una obra
maldita que lleva maldita unos cuantos años.
El anuncio de que se
está elaborando o ya puede que esté elaborada una nueva plica, un
nuevo pliego de condiciones para contratar la gestión con una
empresa privada, como he afirmado en alguna ocasión, es una decisión
claramente ideológica: parte de la premisa de que el Ayuntamiento no
puede hacerse cargo de una instalación como ésta. Pero, lo cierto
es que, mientras ha crecido el volumen burocrático sin un análisis
sobre hacia dónde, la gestión de éste servicio ( social, de salud,
deportivo y de ocio) se cederá, seguramente por un largo período de
tiempo, a una empresa privada. Lo cierto es que pese a que existen
datos que apuntan a la viabilidad económica, que existen vías para
una gestión social que beneficiase a empresas (existentes o nuevas)
con carácter social de nuestra localidad, la premisa de partida, esa
especie de “paradigma” neocom sobre la “perversidad de la
gestión pública” (eso sí, depende de qué, para qué y para
quién), manda, y no sólo en las filas del gobierno de coalición,
porque los grupos de Compromís, PSPV-PSOE y Podemos apoyaron y,
aparentemente, apoyan ( a menos que hayan reflexionado sobre la
ceguera que padecieron, fruto de un exceso de “institucionalismo”)
la gestión privada.
Y, lo que más me
sorprende, es que “solo” cien personas se movilicen por la
apertura de la instalación, cuando afecta a tantos y tantas.
Sorprendente el silencio.
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