MATAR AL MENSAJERO
Y,
básicamente, con el que estamos en desacuerdo o simplemente plantea
las cuestiones desde una perspectiva que no sólo no nos gusta, sino
que nos disgusta. Ese, en mi opinión, ha sido el objetivo de
Cayetana Alvarez de Toledo al referirse al canal de televisión La
Sexta como un medio cuyo objetivo es deteriorar nuestro sistema
democrático. Pero, en mi ignorancia, me pregunto: ¿no es uno de los
pilares de la democracia la libre información y la pluralidad?. A
esa pregunta, como ya hizo en la entrevista de Alsina en Onda Cero,
la Diputada del PP podría responder que ella diferencia entre
actitudes personales y corporativas, pese a que cuando señalaba las
presuntas distorsiones que para nuestra democracia tiene el canal de
televisión, estaba acusando a personas, en concreto al presentador
de Al Rojo Vivo.
Bien,
una vez planteada una posible hipótesis inicial, ¿cual es el papel
de los medios de comunicación en una sociedad hiperconectada e
hiperinformada?. La respuesta no es fácil.
Las
posiciones académicas aceptan que la libertad de información es,
sin duda, un pilar de cualquier sistema democrático que se precie. Y
lo es, porque históricamente los medios de información han
contribuido, no sólo a crear opinión, sino de alguna manera, a
fomentar el espíritu crítico al filtrar la información política y
hacerla, de un modo u otro, digerible.
La
democracia, incluso en su versión minimalista es, simple y
llanamente una “competiciónn libre por el voto libre”.Y el
referente aceptado es una especie de mínimo común denominador que
se concreta en unas condiciones básicas, entre las que la libertad
de información con pluralismo es una fundamental.
La
prensa, escrita, radiofónica o televisiva ha tenido siempre un sesgo
ideológico en el marco del pluralismo en una sociedad igualmente
plural. Evidentemente, la entrada de las grandes empresas en las
corporaciones informativas, ha introducido otro: el interés por el
público objetivo ( paradigma del marketig). Así, la construcción
de metáforas de la vida social en torno a determinadas líneas
editoriales ha sido y es el sustento de los diferentes medios de
información. El problema en estos momentos no es ni siquiera esa
especie de conversión comercial, por otro lado, propia de una
sociedad de mercado. El problema es la polarización. Los medios, al
igual que la política ( no se si emulándola o liderándola) han
optado por la polarización social como mercado objetivo, y el relato
de “amigo-enemigo” de la Señora Cayetana Alvarez de Toledo se
enmarca en ese objetivo: la sociedad como agregados con intereses
enfrentados y sin posibilidad ni intención alguna de entendimiento.
Lo que ha hecho tiene el objetivo de fidelizar a sus seguidores
frente a los “otros”. Crear buenos y malos ciudadanos en función
de su orientación política crea una brecha que únicamente puede
combatirse, en mi opinión, con dos conceptos : la tolerancia y la
contención, algo que en política es visto como debilidad,
Pero
no es sólo la Diputada del PP quien ataca a los medios. Leo que dos
miembros del actual gobierno se han unido al coro que, en defensa de
la democracia, quieren “domesticar” a los que discrepan. El
Presidente y el Vicepresidente consideran a los medios de la derecha
como un mal para nuestro sistema político, coincidiendo
peligrosamente con los planteamientos de la derecha y, lo que es
peor, con los de la extrema derecha. Y en este escenario de
polarización, insisto, la sensatez es entendida como falta de
argumentos y debilidad política, cuando debería ser la herramienta
para luchar contra los populismos extremistas (sobre los que es
necesario reescribir, pues ya no podemos ponerlos en el mismo plano,
al haberse convertido en gran medida unos en parte del sistema que
venían a derrocar, aunque los del otro extremo sigan absolutamente
asilvestrados, algo que la derecha debería hacerse mirar de cara a
esos pactos cargados por el “diablo”)
Y
en éste clima de sospecha del mensajero, otro elemento entra
directamente y con fortaleza en el mundo de la desinformación. Las
redes sociales, esa herramienta que venía a democratizar las
relaciones con la política, a horizontalizarla, es el cauce ideal a
través del cual potenciar el relato de que, los que “compartimos”
una idea, debemos regarla incluso con mentiras para hacerla fuerte.
Ahora los autoritarios y cuasi mesiánicos líderes populistas tienen
un instrumento de persuasión, eso si, basado en la mentira y la
ignorancia, algo contra lo que hay que luchar: con mucha, mucha
pedagogía. La cuestión es convencer, pues vencer en éste contexto
es complicado y demasiado frugal.
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