MAS ALLÁ DEL 8 DE MARZO
La
cuestión, en mi opinión es, ¿qué es lo que importa, sólo lo
simbólico o lo que afecta a la vida cotidiana de las mujeres?. Y
ésta pregunta podría extrapolarse a otras muchas cuestiones donde
la política parece que prefiere quedarse en la superficie, en la
construcción de un relato cuyos argumentos no entran realmente en lo
sustancial. Pero, ¿tras el 8 de marzo, tras las declaraciones,
manifiestos, reivindicaciones, qué es lo que hay?.
Como
escribía no hace mucho, el contexto es lo que condiciona la
política, y en la política municipal, no sólo eso, sino el marco
competencial. De cara a la galería propia, quedan muy bien las
declaraciones pomposas pero ¿que queda de sustancial tras las luces
de las declaraciones?.
Si
se esta de acuerdo en que se necesitan políticas concretas para un
sector determinado de la sociedad, se está igualmente en que ese
sector padece un problema pero, ¿ cual es el problema?.
Las
identidades han venido a sustituir conceptos que hace unos años eran
los sujetos sobre los que giraba la política. Para la izquierda, el
concepto de clase era el eje sobre el giraba su propia existencia.
Para la derecha, la defensa del "estatu quo" de las clases
dominantes centraban su estrategia. Pero en la sociedad actual, esos
conceptos han dejado de ser estructurales transformándose en
transversales. La identidad es un concepto que forma parte de la
nueva escala de valores que las ciencias sociales definieron como
postmodernos. Y éstos valores deben tener un lugar relevante en la
agenda de los partidos, fundamentalmente de los de izquierdas si
quiere reconstruir una coalición similar a la que, junto a las
clases medias y trabajadoras dieron a los partidos de izquierdas la
oportunidad de cambiar la realidad de la sociedad capitalista,
"humanizando" aspectos de las relaciones socioeconómicas
que sustentó el estado de bienestar en el que, a pesar de su
debilidad, vivimos.
El
feminismo, no es una moda, sino que ha formado parte de la política,
podríamos decir que desde siempre. Ya en 1673 François Poullain de
la Barre publicó "De l'egalite des sexes". La hipótesis
de la que partía, era que la subordinación de la mujer tenía un
origen social. El concepto de género surge cuando se pone sobre la
mesa el valor social de las diferencias entre hombre y mujer a través
de roles asignados socialmente. Frente al determinismo biológico que
vuelve a ser prioridad en las estrategias de una derecha anclada en
la defensa de una tradición machista y patriarcal, la izquierda
tiene la responsabilidad de dotar de sentido conceptos como
patriarcado, o empoderamiento, pero a través no sólo de
declaraciones o manifiestos, sino reubicándose: la cultura, la
realidad local y las competencias de las que se dispone. Las
declaraciones y manifiestos están muy bien para reforzar la
polarización estanca en la que la sociedad se ha instalado pero la
pregunta es muy simple: ¿ sirve únicamente lo simbólico para
cambiar la realidad de desigualdad y, por lo tanto de sometimiento de
las mujeres de El Campello? .
Las
realidades sociales que se quieren cambiar deben partir de un cambio
cultural que, evidentemente deben tener como objetivo incidir de
forma positiva no sólo en la percepción del problema sino en su
mejora. Igualmente, y para lograr ese nuevo pacto al que antes me
refería, es necesario que se integre en una estrategia
verdaderamente multidimensional, donde los aspectos sociales,
económicos, laborales y, por supuesto, culturales, tengan un reflejo
en las políticas implementadas. Y, algo que a mi me parece
importante: que los actos o eventos deben partir de un plan y no de
la mera improvisación que, lejos de ser acciones que inciden
realmente en el problema, lo sobrevuelan , básicamente en forma de
ocio.
El
populismo de extrema derecha se alimenta de la polarización. Y ahí
hay que incidir, de forma pedagógica y participativa, pues de lo
contrario, el vacío que la sociedad actual crea en sentimientos como
el de pertenencia, seguirá consolidando opciones políticas que,
sirviéndose de la demagógia en torno a emociones, enfrentan a
personas que comparten las mismas situaciones estructurales y
problemas socioeconómicos. La confrontacion es dialéctica: pues
ante las tesis reaccionarias, la reacción es vehemencia discursiva,
cuando lo que realmente benefiacía los objetivos de igualdad es la
integración de opiniones y la profundización de la democracia.
No
es sólo una cuestión de táctica, la sociedad, y las mujeres como
una parte mayoritariamente subordinada al patriarcado necesitan algo
mas que eslóganes: necesita políticas.
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