DESCENTRALIZAR ES POSITIVO. ¿UNA ESTRATEGIA?
La
construcción de un relato que integre, desde la pluralidad inherente
a la sociedad en la que vivimos, precisa de acciones a través de las
que las gentes procedentes de diferentes culturas o de ámbitos
urbanos lejanos al centro se sientan parte de un hecho común: el
mismo pueblo.
Evidentemente,
las acciones políticas pueden contribuir ( o no) a fortalecer ese
relato compartido a través de políticas y acciones, más o menos
simbólicas, pero definitivamente relevantes. Y sobre éste hecho
quiero reflexionar: descentralizar, qué, para qué y porqué.
Es,
o al menos lo parece, inevitable que las acciones políticas, ya sean
puntuales o parte de políticas de mayor recorrido se centren en los
núcleos donde la población se reúne en mayor número. Pero ésto
no significa que, como en nuestro municipio, en núcleos urbanos
definidos por su carácter diseminado, se planteen acciones que
traslade a esa parte de la población que forman parte de una
realidad colectiva.
En
política municipal, existe una especie de paradigma utilitarista que
restringe la acción de la institución a los servicios urbanos y de
mantenimiento. Y, siendo importantes, es preciso fortalecer la parte
más emocional de ese sentido de pertenencia. Una política
descentralizada que ponga en valor las necesidades cotidianas de los
barrios más periféricos, unida a acciones de carácter cultural o
de valor simbólico inciden positivamente en el necesario (para el
desarrollo de un verdadero proyecto colectivo) sentimiento de
pertenencia. De forma aislada, y coincidiendo con festividades,
digamos, generalistas ( navidad) sí han sido programados actos en
diferentes barrios, pero no existe una programación estable, por lo
que, cuando se produce, es de forma puntual y no incide como sería
deseable en el objetivo.
Por
otro lado, es necesario no olvidar que en política existe siempre un
interés electoral, aunque no se esté en período de elecciones.
Esto lleva a centrar más actividades o programas, en función del
interés que pudieran tener en el partido que las desarrolla. En el
caso de un gobierno de coalición, con un apoyo realmente asimétrico
en los diferentes barrios o núcleos urbanos entre los partidos
coaligados, puede darse la situación de que, por ejemplo, uno de los
socios desee fortalecer sus zonas de mayor apoyo electoral o
introducirse, potenciando otras donde el apoyo ha sido menor.
Pongamos
un ejemplo. El acto en conmemoración del 8M se desarrolló en la
zona de Fabraquer. La responsable del área de igualdad es Concejal
del partido Ciudadanos, socio del PP en el gobierno. La celebración
del acto en ésta zona podría encuadrarse en ese interés al que me
refería de integrar a los vecinos y vecinas en el hecho colectivo de
pueblo. Pero por otro lado, podría leerse en la descentralización
del acto, un interés por "fidelizar una zona donde el
electorado local apoyo de forma más importante que en otros. Pero,
por otro lado, podría aducirse que quizá hubiera sido más
interesante proyectar una imagen propia a través de la celebración
del acto en zonas más céntricas, donde éste partido recibió menos
apoyo electoral. Ya sea desde una perspectiva o de otra, creo que, en
todo caso, lo relevante es el primero de los objetivos. Y aquí la
agenda local debería tener algo más que un acto aislado, sea
liderado simbólicamente por unos o por otros, poniendo en valor la
cultura local e integrando a través de ésta a los vecinos de
diferentes núcleos urbanos.
Como
mencionaba al inicio, el relato, los mitos compartidos son
importantes, aunque creo que muchos y muchas estaremos de acuerdo en
que la cimentación deben ser los servicios. El que en las zonas de
Muchavista o Cala d'Or exista un ambulatorio médico debería ir
acompañado por otras medidas: oficinas municipales, cuadrilla
descentralizada de servicios, planes de obras e infraestructuras
incluidas en una deseable planificación plurianual, etc. Y todo
ésto, unido a un verdadero y efectivo plan de accesibilidad, que
dote a las zonas más alejadas del centro de la mínima calidad de
movimiento, tanto de vehículos como de personas. Y desde aquí,
uniendo ese relato simbólico junto a lo más cotidiano podrían ser
las líneas de una verdadera descentralización que, reconociendo la
dispersión, plantee iniciativas para integrar a los barrios en el
concepto de pueblo que creo que debería ser el eje de una
perspectiva menos coyunturalista que en apariencia está más cercana
a la improvisación que a un objetivo general.
Y,
como no, los partidos políticos que ocupan los escaños de la
oposición deberían tener igualmente agendas descentralizadas, donde
la presencia junto a las iniciativas formasen parte de esa estrategia
que, lejos de ser negativa, aportaría en positivo, tanto a la imagen
de éstos en núcleos donde su apoyo político se ha podido difuminar
(transparencia y rendición de cuentas como elemento central) como en
los que pudiera mantener. Y esto requiere una visión algo más larga
que la corta vista que hasta ahora están demostrando.
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