EL PODER DE LO PRÓXIMO
En
su libro (del mismo título que la de éste texto de opinión), el
profesor Joan Subirats platea la necesidad de ver las
administraciones municipales como un escenario “en el que la
proximidad emerge como poder capaz de articular soluciones adecuadas
a los problemas concretos y reales de la ciudadanía”. Pero, si una
persona de otro planea aterrizase en El Campello y asistiese a un
pleno municipal, quizá la impresión que se formaría sería todo lo
contrario: se desperdicia la oportunidad de abordar los problemas
concretos y reales de la ciudadanía en beneficio de la repetición
del debate estatal en cuestiones como la identidad, el género, los
derechos sociales, civiles y políticos. Evidentemente, no estoy, a
priori, en contra de que en el seno del órgano representativo por
excelencia se planteen debates sobre éstos temas, pero lo que sí
pediría es que la dimensión local condicionase ese debate en el
contexto político y legal para el que elegimos a nuestros
representantes locales.
Está
claro que todas las generalizaciones acarrean injusticias, y es
cierto que hay propuestas de grupos políticos que sí inciden en
realidades de nuestro municipio: Calle San Ramón, transporte urbano,
protección del medio ambiente y del patrimonio cultural e histórico,
etc. Pero éstas cuestiones se diluyen en el debate generalista que
traslada a lo local el debate político y mediático, pero sin que se
concrete en cuanto al contexto concreto de nuestro pueblo.
Lo
local es un aspecto de la política poco o muy poco abordado en el
análisis político más allá de lo jurídico o de críticas
concretas a acciones concretas. Pero se pierde la perspectiva cuando
el debate se generaliza, más allá del marco competencial e incluso
legal de la administración pública para el que fueron elegidos y
elegidas los representantes políticos. Más política local rompería
ese argumento que considera la considera como mera gestión, donde
las propuestas de los diferentes partidos tienen pocas diferencias.
Abordar los grandes temas que la política estatal trata, en mi
opinión, forma parte de una especie de relato donde los argumentos
se plantean en función de la imagen que quiere darse como parte de
una organización o una ideología. Pero de igual manera, abordando
políticas concretas, criticando políticas concretas o enmendando
las propuestas del gobierno se puede introducir el debate político e
ideológico que ahora parece circunscribirse a esos “grandes
temas”, que insisto, siendo importante, creo que forma más parte
de la acción partidaria que de la institucional, al menos en el
tono, con el tiempo y esfuerzo que ahora se hace.
La
democracia local se basa en tres elementos o tres niveles: el Pleno,
el Alcalde y la Junta de gobierno. La calidad de nuestra democracia
pasa por analizar cada nivel en el contexto local, y en la
actualidad, en el Pleno municipal muy pocos y no siempre han asumido
la premisa de lo local como el compromiso prioritario de su acción
política. La estructura territorial, con sus niveles de
autogobierno, determina los roles de cada nivel de representación,
por lo que la constante transferencia de roles, si perjudica a algún
nivel, es al local.
La
existencia de posiciones polarizadas y radicales quedarán claramente
en entredicho si las cuestiones sobre las que se discute son de
interés municipal, pues la virtud de lo local es que las posiciones
ideológicas debe tener un encaje en el modelo de municipio que cada
cual propone y defiende desde lo posible y viable: en los derechos
sociales, en las infraestructuras, en cómo se gestionan los
servicios, en cuantas zonas verdes se crean y cómo se mantienen, en
el número de becas o programas extraescolares y a quién van
dirigidos, en la accesibilidad de nuestro entorno urbano, en el
compromiso con el empleo local, con los jóvenes, con nuestros
mayores, con las familias en situación de riesgo, etc. La agenda es
amplia y diversa, pero, por lo que se ve, no siempre coincide con la
que los partidos manejan.
Y
termino. Más localismo significa más política y menos
polarización, algo que con toda seguridad beneficiaría la
recuperación de la necesaria conexión de la política con la
sociedad a la que quiere representar. ¿Los y las políticos locales
representan cómo es nuestro municipio, representan como quieren que
fuera nuestro pueblo?.
Las
elecciones tienen un componente que en ocasiones se obvia: el mandato
representativo. La expresión de las preferencias políticas tiene
diferentes dimensiones: la personalización de los y las candidatos,
la identificación ideológica, la afinidad partidaria. Pero todas
estas dimensiones se encuentran en un marco concreto: la democracia
local. Lograr una mejor democracia, en mi opinión pasa por reforzar
las políticas concretas, dotándolas de una dimensión municipal y,
por lo tanto de proximidad, el mejor argumento contra la demagógia
y el populismo.
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