CIUDADANOS CONTRA CIUDADANOS.
Inés Arrimadas, que
se vislumbra como próxima líder estatal de Ciudadanos, ha cogido el
guante que el PP le lanzó ante las elecciones generales del 10N: una
coalición electoral PP-Cs de cara a los próximos comicios
Catalanes, Vascos y Gallegos. Esta estrategia, rechazada
anteriormente por Ribera y los suyos, supuso la confirmación del
giro hacia la derecha de un partido que en 2005 (enmienda Carreras)
se postulaba como el espacio para “llenar el vacío de
representación existente de centro izquierda no nacionalista.
Pero las estrategias,
ahora chocan con los datos de unos resultados electorales que han
llevado a Ciudadanos a ser irrelevantes en el ámbito estatal, por lo
que el PP puede “apretar” ( al menos en Euskadi y Galicia ) al
partido naranja hasta diluirlo.
A mi, lo que me interesa
personalmente es el posible efecto que ésta decisión y su posterior
desarrollo pueda tener a nivel local, donde los factores relevantes
en el ámbito municipal no juegan a favor de los intereses de
Ciudadanos, sino todo lo contrario.
El factor local importa.
Y basta echar un vistazo a los datos electorales para darse cuenta
que éste factor no está del lado de Ciudadanos. Además hay un
subfactor que va íntimamente unido al primero: la implantación y el
recorrido.
Ciudadanos se presentó
por primera vez a las elecciones locales en 2015 obteniendo un buen
resultado (un 13,3 por ciento). No obstante, en ésta primera
presencia, ya se ponían de manifiesto las carencias “localistas” (sólo hay que echar un vistazo a las diferencias dadas en mesas céntricas y periféricas):
en las elecciones autonómicas Ciudadanos obtiene 3 puntos más que
en las locales. Pero, lo verdaderamente preocupante ( para
Ciudadanos, claro) son los resultados que se han ido produciendo. En
las elecciones del 28 de Abril de 2019, Ciudadanos obtiene en nuestro
municipio el 20,9 por ciento de los votos. En las Autonómicas
celebradas el mismo día, el 20,5. Un mes más tarde, en las
elecciones municipales celebradas al unísono con las Europeas,
Ciudadanos obtiene, en las Europeas un 17,3 por ciento y en las
locales celebradas el mismo día un 12,8 (frente al 13,3 obtenido en
2015).
Tras las elecciones
municipales, y llevados por la dinámica establecida de acordar entre
“las derechas”, acuerda un gobierno de coalición con PP y Vox,
al igual que en otros municipios y comunidades autónomas, dando de
ésta manera, carta de naturaleza al giro iniciado por el partido en
las Andaluzas de 2018. Pero la cuestión que en éste texto me ocupa
es la viabilidad de la coalición que propone la próxima máxima
dirigente de Ciudadanos.
Teniendo en cuenta el
factor local como referente, existen demasiadas aristas como para que
el futuro acuerdo sea todo lo viable que desearían desde las filas
“naranjas”. Y las principales, son fundamentalmente personales:
el PP explota electoralmente a su favor, como ningún otro partido,
el factor local. La “aportación” de Ciudadanos no parece ya tan necesaria, teniendo en cuenta ese factor, pues el PP podría
recuperar los votos huidos sin necesidad de configurar coalición
alguna. Por lo tanto, el problema es para Ciudadanos y,
principalmente, para los dirigentes locales, que verían peligrar su
hipotética posición en la deseada coalición.
Creo que no se puede
realizar ningún análisis político ni electoral de ámbito
municipal sin tener en cuenta, por un lado ese factor que parece
determinante ( el localista) y otro, que va intimamente unido: la
implantación. Ciudadanos no es un partido de implantación local: no
tiene un local físico y sus dirigentes no han tenido más
correspondencia con la realidad social del municipio que la institucional. Y todo esto suma, pero con resultado negativo para
los intereses de los dirigentes locales de Ciudadanos.
Haciendo un ejercicio
especulativo-prospectivo, soy de la opinión que Ciudadanos tiene los
años contados, a menos que se produzca una reacción espectacular
por parte del partido en el Estado (que volvería a servir de viento
de cola local) o una estrategia de implantación local exitosa (que
compense las carencias que hasta ahora han demostrado en las urnas)
que le de el rédito necesario como para afrontar un proceso de
negociación en correlación con sus intereses. O quizá nada de ésto
se produzca, y el ensimismamiento institucional sea simplemente el
bálsamo que precisa el partido para morir de inanición.
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