SOCIALCOMUNISMO

Este nuevo término está siendo uno de los argumentos arrojadizos de la derecha política contra el gobierno de coalición fruto del acuerdo entre el PSOE y UP. Y lo hacen, en mi modesta opinión, desde una irresponsabilidad poco propia ( en el caso particular de PP y Cs) de partidos que defienden los valores constitucionales, a los que, pese a hacer continua referencia, parecen querer retorcer en beneficio, ni siquiera propio, sino de una situación de tensión en la que creen que puedan sacar algún tipo de rédito electoral en un futuro. 
El abandono del centro por parte de la derecha del PP ha sido motivado fundamentalmente por la emergencia de un partido de extrema derecha que ha obtenido su apoyo electoral, básicamente, de ese tácito granero que siempre ha existido en el PP pero que hábil y, porque no, resposablemente, siempre había quedado solapado tras el reivindicado espacio de centro derecha e incluso liberal. En cuanto a la posición de Cs, las urnas sentenciaron que su cambiante posición no se ajustaba a un espacio político claro, y por consiguiente, no merecía el apoyo electoral, pasando de ser un partido cuya legítima ambición era ocupar el centro a uno meramente testimonial.
La acusación, como decía, en mi opinión muy poco mesurada y claramente irresponsable, de "social comunistas", no se ajusta a la realidad, y obvia demasiados factores con el objetivo de intentar desestabilizar a un gobierno legítimo surgido de las urnas y de la igualmente legitimidad parlamentaria. Creo que el objetivo de exprimir cualquier resto de racionalidad que pudiera quedar en el sistema político español, nos lleva a la preeminencia de un sentimentalismo basado en la negación de la mayor sin valorar que el nivel de beligerancia extrema, incluso pudiendo beneficiarles en sus ambiciones electorales, a quien perjudica seriamente es a la sociedad española en su conjunto.
Apelar, en una sociedad democrática y moderna, al miedo a supuestas involuciones impulsadas por aviesas mentes comunistas en el gobierno es de una zafiedad tan grotesca que ofende la inteligencia. Los comunistas españoles fueron un ejemplo de aceptación de las nuevas reglas del juego en nuestra modélica transición (lo de modélica no es una afirmación gratuita: creo firmemente que así fue). Y no solo eso: formaron parte de gobiernos locales a partir de las elecciones municipales de 1978 sin que se escuchasen los argumentos que ahora se oyen, pese al ruido de sables que amenazaban a nuestra joven democracia. 
Evidentemente los ahora miembros de la coalición por parte de UP vienen de una tradición militante comunista pero, ¿no sería más ajustado a la realidad reconocer que en el contexto de las responsabilidades que ha asumido a través del pacto con el PSOE, no solo han modulado sus posiciones sino que ha aceptado lo que tan vehementemente habían rechazado hasta no hace mucho?. Creo que el gobierno de coalición ha logrado algunas cosas que parecía, hasta no hace mucho, difíciles. Por ejemplo, que algunos aceptasen la monarquía parlamentaria pese al espíritu republicano al que nunca tienen porque renunciar . Aceptar, pese a las posibles discrepancias discursivas, de la división de poderes y el papel del parlamentarismo como expresión de la soberanía popular, aceptado de igual manera el sistema de democracia representativa como el más viable en una sociedad plural y compleja. Asumir Europa no como un ente de dominación sino como una apuesta federal, etc.
Creo que la derecha debe explorar más vías que las de la confrontación o las de una oposición meramente emocional o simbólica. Creo que las políticas que puedan incidir en la calidad de vida presente y futura también dependen del nivel de responsabilidad de la derecha más allá del burdo tacticismo en el que parece instalada.
Y como guinda a este movido pastel, están los medios. Esos medios de comunicación que deberían ser uno de los pilares del control horizontal, de esos necesarios contrapesos y controles que una democracia de calidad precisa y que, por contra, están siendo parte del intento de dinamitar los débiles valores que todavía nos unen. Sacar de las hemerotecas las declaraciones que, por ejemplo hizo el Presidente del gobierno sobre los ahora socios de gobierno ( sobre ésta cuestión prometo escribir y opinar) es un intento, en mi opinión, evidente, de debilitar al gobierno que, guste o no, es el de todos y todas. El contexto, esa prodigiosa palabra, es el eje sobre el que pivota el análisis. Y uno que se precie no puede, evidentemente obviarlo, pero tampoco anteponerlo a la realidad en la que vivimos que, guste o o guste, es sensiblemente diferente a la que vivíamos hace unos meses, y conste, que no siempre es culpa de a quien se señala, sino que tras el dedo acusador, también reside una más que considerable responsabilidad, aunque se oculte bajo toneladas de estulticia política y comunicativa.
Y termino. Personalmente podría definir los diferentes gobierno de coalición del PP, Cs y Vox como, nacional populistas, o nacional fascistas, o de derecha extrema populista, pero no lo voy a hacer. Creo que lo que conviene, no a los partidos de la derecha, sino al Estado y al país es la mesura y el retorno a posiciones de oposición responsable. Y en primer lugar, sería bueno que en los lugares donde ese pacto funcione ejerzan la necesaria influencia para intentar domesticar a esa paradoja democrática ( lo fue en la transición y lo sigue siendo) que es el populismo de extrema derecha, irredentamente admirador de símbolos y sentimientos que deberían estar erradicados de nuestra sociedad. Es una opinión que parte de la convicción de que la situación de polarización extrema debe caminar hacia una pluralidad moderada donde el futuro de todos y todas pueda compaginarse con la legítima competición electoral.

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