Patrias.

El parlamento no solo es la sede de la soberania, sino la expresión política de la realidad en la que vive la sociedad española. ¿La polarización política expresa la polarización social, o es al revés, o la política es la que polariza a la sociedad?. Son preguntas no retóricas, que resumirían una de mis preocupaciones personales. 
El acuerdo de investidura tiene un tema impuesto por uno de los diecisiete territorios: Catalunya. El pecado del partido que ganó las elecciones fue la beligerancia contra unos potenciales interlocutores post electorales. Y es un pecado recurrente que, pasado el período electoral se perdona como hecho insignificante. Pero ahí están las hemerotecas para recordar a las buenas gentes lo que uno u otro dijo y se desdijo. 
Personalmente he expresado mis discrepancias con el proceso. No sólo por tener como interlocutores a partidos que han intentado subvertir la legalidad, sino por cuestiones procedimentales que, en un partido democrático como es el PSOE no pueden ser cosa menor. No obstante, como es evidente, antepongo el fin a los medios y no porque estos deban ser cualesquiera, sino porque éste país no puede seguir en un permanente impas.
El acuerdo con Podemos es, en mi opinión, el mal menor. Había otras alternativas, pero la derecha, unida o rehén de  la extrema derecha, renunció expresamente a una abstención que permitiese que el partido más votado formase gobierno prescindiendo de apoyos no deseados. Y esta renuncia no es por la "patria" sino por puro interés partidista pese a que ésta sea cubierta de insultos y exabruptos.
Algunos ahora recuerdan que el pacto con Podemos pudo ser y el PSOE no lo quiso pero, parecen olvidar esos que tiran de memoria, que los números tampoco daban con Podemos aunque si con Ciudadanos, que prefirió aliarse con el PP en una táctica que la ciudadanía condenó casi con el ostracismo parlamentario.
Toda la derecha, prácticamente al unísono, ha decidido que el patriotismo pasa por seguir bloqueando la vida parlamentaria, que el partido más votado  les debe, en nombre de ese patriotismo, pleitesía. Y yo me pregunto, ¿ patriotismo, ese es el amor a su país, retorcer la democracia y empujar al partido más votado en brazos de independentistas para así cargarse de razón y argumentos que las urnas no le dieron? Yo soy español, este es mi país, y como tal, no considere que Aznar fuese un traidor por apoyarse en el 96 en la ahora camaleónica Convergencia/PdCat y el PNV. No considere ni considero un golpe o un acto de felonía  que la derecha haya gobernado mi país, pues las urnas así lo decidieron. El parlamento es la sede de la soberanía del pueblo, y cualquier grupo tiene la legitimidad política y democrática para defender lo que considere, dialogar, llegar a acuerdos, etc. Y esto es así porque nuestro pais no se basa solo en tradiciones, sino en realidades, y la que más peso tiene para mi, como español que siente orgullo de su constitución es el artículo primero. Ese que dice que España es un estado democrático, social y de derecho. Que propugna valores como la igualdad  y la libertad . Me siento orgulloso de pertenecer a un país que supo gestionar su transición con renuncias, si, pero con la convicción de que valía la pena apostar por la democracia como instrumento, que pese a los que hoy parece pesarles, vale la pena como instrumento de convivencia, pues como ha dicho el candidato a la presidencia, la democracia es tan grande que hasta la extrema derecha tiene sitio en ella.

Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

Narcisismo y deslealtad política en El Campello

Como tirarse a la piscina sin saber si hay agua.

España, cortijo de señoritos: del autoritarismo cool al neoliberalismo sin alma