CRISIS DEL SOCIALISMO EN EL CAMPELLO.
Decir
que soy socialista (prefiero socialdemócrata) tiene, para mi, un
único significado: que mi ideología personal se identifica con la
corriente de pensamiento heredera de la triada "libertad,
igualdad, fraternidad". O lo que es lo mismo, con la idea de que
la política en democracia debe favorecer la libertad y la igualdad
en un entorno de solidaridad (quizá la acepción moderna de
fraternidad). Milito en el partido con más historia, no sólo en
nuestro país, sino en nuestro municipio. Pero a lo largo de mi
intermitente militancia he visto como las ambiciones, las rencillas,
los proyectos personales sustituían a la política, pasando de ser
un partido que vertebró la transición de El Campello a la
modernidad democrática tras la dictadura, a un espectro de
organización donde el equilibrio se mide en función del número de
afiliados y afiliadas que apoyan o se oponen, sin que las razones
supongan más que posiciones testimoniales. Evidentemente esto
podríamos definirlo como democrático, si la concepción por la que
apostamos es la minimalista: selección de candidatos o candidatas,
tanto a cargos orgánicos como públicos. Yo no soy de esa opinión.
Creo que la democracia es algo más: un instrumento de convivencia,
de dialogo y resolución de conflictos en una sociedad donde el
individualismo se impone a lo colectivo. De ahí la necesidad de la
democracia como nexo de unión social y no solo como herramienta de
selección de cargos.
En
mi partido vivimos, por desgracia desde hace demasiado tiempo, una
situación recurrente de crisis que no sólo afecta a la confianza
ciudadana en nuestro supuesto proyecto sino a nuestra supervivencia
misma como partido político. Podría teorizar sobre las funciones
que históricamente han tenido los partidos y las transformaciones
que han sufrido en el transcurso de nuestra democracia, pero no lo
voy a hacer. Creo que es más interesante centrarme en lo sustancial,
en lo que se refiere a la situación, tal y como yo la veo, de la
Agrupación socialista de El Campello.
Tras
el enésimo cisma producido a raíz de la elección de la candidatura
municipal, la Agrupación escenifica su enésimo cisma: el candidato
electo en primarias renuncia, y con el una parte de la candidatura.
Más de la mitad de la Comisión Ejecutiva dimite propiciando la
caída del máximo órgano de dirección local. Y, ¿ahora qué?.
Pues una Gestora se hace cargo de la agrupación al objeto de
convocar una asamblea para la elección de una nueva dirección.
¿Cómo?. Los y las afiliados y afiliadas en función de su criterio
elegirán entre los o las candidatos que decidan presentarse. ¿En
función de un proyecto?. No. Es posible, aunque no deseable, que
prevalezca la estática en la que está situada la agrupación: unos
contra otros. Lo deseable, un proyecto integrador, donde las
sensibilidades e incluso las ambiciones tengan una representación y
un contenido. Pero claro, eso es lo deseable, porque como digo lo que
es posible que ocurra es que los votos sean los que decidan el futuro
de la Agrupación Socialista. Y si ésto ocurre, la irrelevancia, en
todos los aspectos y escenarios, seguirá siendo la bandera del
PSPV-PSOE en El Campello.
No
hay partidos imprescindibles, pero desde mi opinión (siempre
subjetiva, claro) hay partidos necesarios, siempre y cuando
prevalezcan las ideas frente a los intereses, en el cual la
democracia sea algo más que una especie de duelo al sol, sirviendo
de ejemplo a la sociedad sobre la que queremos influir y reformar. Y
creo que en la mano de todos y todas los que formamos parte del
PSPV-PSOE de El Campello está intentar ser coherentes con las ideas,
valores y principios que decimos defender y por los que militamos.
Creo que es el momento, para algunos, de dar un paso al lado,
demostrando su compromiso como socialistas, dejando que el dialogo y
el acuerdo sustituyan al enfrentamiento.
Humildemente
creo que es posiblemente la única salida. Lo contrario, supondrá
nuestra definitiva conversión en una asociación de intereses frente
a esa comunidad de valores en la que algunos todavía creemos. Y como
militante, apelo a la responsabilidad de los y las afiliados Y a su
compromiso con nuestro partido y su futuro como herramienta útil
para que la gente corriente mejore su vida en nuestro pueblo.
Quizá
no sea éste el mejor método para dirigirme a todos y todas los
socialdemócratas, pero creo que es el más eficaz para expresar que
sí, que hay alternativas y que sí, que hay futuro.
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