Y DESPUÉS DE (CASI) 90 AÑOS, ¿QUÉ?
Los
y las socialistas de El Campello hemos atravesado diferentes
“travesías” de diferentes “desiertos”, pero la actual (y sin
ánimo de ser catastrofista) puede ser ese punto de inflexión que
nos devuelva al papel que política e históricamente la
socialdemocrácia Campellera ha ocupado o en una caricatura de
organización cuyo cometido será casi testimonial. Y no me refiero
(solo) al papel institucional, sino a ese cometido que la
Constitución señala de: expresar el pluralismo político y
la formación y manifestación de la voluntad popular como
instrumento fundamental para la participación política (art. 6 de
Constitución 1978).
Desde
la creación de la Agrupación Socialista ( allá por el mes de abril
de 1930, pag. 316 de El Campello: evolució i desenvolupamen
socioeconòmic 1900-1985, de Antoni Francesc Sempere) muchos son los
avatares por los que ha pasado el socialismo Campellero. Divisiones,
escisiones, perdida de apoyo electoral, perdida de militantes, etc.
Este es el escenario y, responsablemente, no puede achacarse sólo y
unicamente al contexto, porque en la actual situación, mucho tenemos
que ver los y las afiliadas de El Campello.
Hemos
sido partido de gobierno durante más de dos lustros, y la infinidad
de logros de nuestro trabajo político a lo largo de ese tiempo
debería, además de haceros sentir orgullo, hacernos reflexionar
sobre si somos o no dignos de seguir representando unas siglas que
han significado tanto y que tanto tienen todavía que aportar en
beneficio de nuestro pueblo. Los principios y valores de la
socialdemocracia deberían condicionar nuestra actitud,
reconduciéndola hacia ese espacio de necesario entendimiento entre
personas que decimos compartir un proyecto político.
Podría
hacer un recorrido histórico desde que en 1979 recuperamos la democracia, nombrar a
socialistas como Arnaldo Alarcón o Alejandrina Marco, o Juan “el
bollo”. A Vicent Baeza, Alcalde desde 1983 a 1992, pero creo que la
actitud actual de los y las socialista de El Campello no hace honor
a la historia de nuestro partido y a la de hombres y mujeres que,
desde el compromiso con los valores y principios del socialismo
democrático militaron en una organización que, entre todos y todas,
hemos convertido casi en un instrumento inútil (solo para ocupar
cargos y poco más). Creo que la situación que atravesamos hoy en la
Agrupación Socialista no tiene su solución en la elección de una
nueva Comisión Ejecutiva Municipal porque, tal como escribí en el
texto de opinión titulado Escenarios para un Drama, la legalidad que
pueda obtener cualquier candidato que represente la actual división,
incidirá en una mayor fractura y las heridas no podrán “coserse”
como exige nuestra responsabilidad como militantes de un partido que
el próximo año cumplirá 90 años en El Campello (como organización
política que ha luchado por mejorar la vida de nuestros vecinos y
hoy parece encapsulada en un conflicto cuya única víctima es
nuestro pueblo).
La
solución pasa, en mi opinión, por aceptar en el ámbito
institucional, los resultados electorales sin ponerles adjetivos,
pues nadie puede afirmar empíricamente que una candidatura
diferentes habría obtenido unos datos más positivos. Y en el ámbito
orgánico, alcanzar un acuerdo que supere la división actual.
¿Cómo?. No es sencillo, pero creo que sí es necesario: dialogar y
acordar una dirección que, con representación de todas las
sensibilidades, trabaje para pacificar la agrupación en base a
argumentos políticos, abandonando las posiciones personales y
supeditándolas al objetivo de reconstruir la Agrupación Socialista
desde el compromiso con los valores que nos unen (justicia social,
solidaridad, igualdad...).
Los
y las socialistas hemos sido históricamente posibilistas: hemos
tenido los pies en el suelo y hemos trabajado, en función de lo
posible, por lo lo deseable. Es momento de que la responsabilidad
vuelva a instalarse en la Agrupación, la sensatez, la humildad y el
trabajo en beneficio de la gente, que son el sujeto de nuestra
existencia.
La
designación de la Comisión Gestora que guiará la Agrupación hasta
la elección de una nueva dirección política, debería ser el
inicio de ese proceso de reflexión al que he hecho referencia y no a
una carrera por conseguir el control de una agrupación a golpe de
votos pues, siendo evidentemente un proceso formalmente democrático,
caeríamos en las contradicciones que reducen un instrumento para
resolver pacíficamente los conflictos en una mera lucha por vencer,
pero sin convencer, algo que limita y excluye dimensiones como el
dialogo, el acuerdo y el consenso, valores que en una sociedad plural
( y nuestro partido lo es) son los que definen la inclusión frente a
la exclusión.
El
“despotismo democrático” consiste en la voluntad de dominio
absoluto por parte de un poder que cuenta con legitimidad de origen y
control de ejercicio, pero que está dispuesto a imponer su voluntad
a todos sin respetar los derechos de las minorías. ¿Es ésto
legal?. Si, pero, ¿sería legítimo en una organización
democrática?. Creo que si la conclusión del proceso de elección de
la nueva dirección va por ese camino, estaríamos realizando un
irresponsable acto de desprecio a nuestra historia, a nuestras ideas
y a nuestro pueblo
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