¿Tenemos un problema?
Si
tuviésemos la oportunidad de realizar una investigación sobre el
nivel de legitimidad, la satisfacción con el sistema y el nivel de
apoyo a los partidos político locales, posiblemente nos
encontraríamos con un trilema decreciente: la legitimidad de la
democracia casi nadie la cuestiona, incluso ni los que dicen situarse
en los margenes aceptables. Pero la satisfacción con el sistema
posiblemente nos daría datos poco positivos, y claramente
relacionados con la tercera cuestión: el apoyo al sistema de
partidos.
El
último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas, en su
pregunta número 6 plantea una cuestión que en mi opinión es
crucial para entender que está pasando en el escenario político y
electoral:
Pregunta
6.
¿Cuál
es a su juicio, el principal problema que existe actualmente en
España? ¿Y en segundo lugar? ¿Y en tercer lugar?
Y
las respuestas son dignas de comentar: el paro (61,8), la corrupción
y el fraude (33,3), los/as politicos/cas en general, los partidos y
la política (29,1)... Y hasta aquí quiero leer ( les siguen
cuestiones tan relevantes como el empleo, la sanidad, la educación,
etc).
Que
la ciudadanía considera a los políticos y los partidos como un
problema y no como la solución, es un continuo, pero en las últimas
semanas, tras la constitución de los Ayuntamientos, la percepción
de que la "clase política" sigue caminos diferentes a los
de la sociedad, se acentúa con las decisiones referentes a los
múltiples acuerdos sobre remuneraciones de los cargos públicos. Los
argumentos justificativos ( que no explicativos) en la línea de la
"dignificación", no solo no resuelven o mejoran el
problema, sino que lo agravan.
Las
diferentes teorías de las élites (Mosca, Paretto, Michels....)
parecen cobrar relevancia cuando, una vez pasadas las elecciones, una
gran mayoría de políticos que han alcanzado el poder, "dignifican"
la actividad política a través de salarios que nada tienen que que
ver, ni con el contexto socio económico, ni con el poblacional, y si
me apuran, con ningún otro.
La
única norma legal que establece unos límites mínimos es la Ley
7/85 de 2 de abril, reguladora de las bases de Régimen Local y la
Ley 27/2013 de 27 de diciembre de racionalización y sostenibilidad
de la Administración Local. Dichas normas establecen los límites
sobre las retribuciones máximas del Alcalde y el número de puestos
de los denominados "de confianza" (personal laboral
eventual). Pero éstos límites son parte del problema porque dan
carácter legal a unos acuerdos que deberían partir de otros
supuestos ( actualmente el supuesto de referencia son las
retribuciones de Secretario de Estado, con reducciones en función de
tramos de habitantes). ¿Que supuestos?. En unas administraciones la
existencia de ROM (reglamento de organización municipal) equipara
las retribuciones a determinados puestos existentes en la
administración pública ( A1,A2, etc) pero , ¿realmente se puede
equiparar a un puesto de funcionario público de carrera?. En mi
opinión, no, porque se da una situación de paradoja entre lo
político y lo técnico. Entonces, ¿cuales deberían ser los
criterios?.
Parto
de la premisa de que los cargos públicos deben percibir una
remuneración por su trabajo pero, ¿cual es el nivel de dignidad de
esas retribuciones?, ¿el salario medio de la localidad?, ¿el número
de habitantes?, ¿Un porcentaje calculado sobre el presupuesto o
sobre una parte de el?. Es un tema complicado, porque realmente no
puede cuantificarse: parte de un concepto basado, o en principios,
valores y empatía social o uno relacionado con el estatus adquirido
a través de las elecciones, o lo que es lo mismo, un concepto
claramente elitista, que nada tiene que ver con la desafección o
descontento que provoca en un cada vez mayor sector de la ciudadanía
respecto a la política y los políticos, caldo de cultivo de los
extremismos populistas.
Creo
que la ciudadanía que expresa su disgusto y su rechazo a éstas
medidas tiene que ir más allá de la queja o la denuncia en redes
sociales. Creo que debe organizarse en torno a las propuestas que en
verdad dignifiquen la política como la mejor manera de resolver,
pacifica y dialogadamente, los conflictos que se generan en la
convivencia de una sociedad diversa y compleja como la nuestra.
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