ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA DEMOCRACIA LOCAL.

La democracia representativa es, afortunadamente, un sistema político temporal. Esto es: los representantes son renovados o sustituidos en virtud de un procedimiento electoral periódico. Se dice que el votante, el día de las elecciones es libre, pero pierde parte de esa libertad después de ese día. No obstante, la expectativa de que pasado el tiempo podrá de nuevo ejercer su libertad es, como decía, uno de los hechos diferenciadores entre un régimen autoritario y una democracia. Los perdedores el día de las elecciones pueden vencer pasado el tiempo si convencen a los suficientes ciudadanos y ciudadanas; los que consiguen el poder, pasados cuatro años pueden estar en la oposición e incluso desaparecer. La democracia es un gobierno pro tempore, razón por la que la ciudadanía acepta un proceso democrático como forma de decidir quien gobierna, asumiendo temporalmente políticas que no comparte.
Pero la democracia está sujeta a examen, máxime cuando una gran parte de la sociedad no la considera como un instrumento suficiente para mejorar su vida. Se plantean preguntas del tipo: ¿se deben celebrar elecciones con mayor periodicidad, cuanto debe durar el mandato y cuantos mandatos como máximo, existen instrumentos para exigir una rendición de cuentas más allá del período electoral?.
Evidentemente, si examinamos tanto la estática como la dinámica de los diferentes gobiernos municipales, podríamos concluir que, sin verse afectado el período de mandato, en situaciones como las que hemos sufrido durante los últimos cuatro años, se precisa de instrumentos legales para acortar el mandato y celebrar nuevas elecciones. Pero esto no está previsto en la ley para las administraciones locales, no habiéndose producido nunca un adelanto electoral ( si una intervención judicial, como el caso de Marbella en 2006) pese a lo deseable o necesario que haya podido ser.
En cuanto a los límites para la reelección, existe el relato de que dos son el límite aceptable pero, ¿porqué dos y no tres, o uno?. Si analizamos detenidamente el “poder” del voto, quizá podamos darnos cuenta que, por ejemplo, en un segundo mandato y sin la presión de la reelección, la influencia que las elecciones tienen se reduce, por lo que la capacidad “coercitiva” de un supuesto castigo electoral, tiende a aminorarse y, por consiguiente, el voto pierde poder.
Por otro lado, sobre la periodicidad de las elecciones, simplemente decir que si se aceptase un acortamiento del mandato la eficacia del voto podría resentirse y la asignación de responsabilidades sería dificultosa.
Otra cuestión es la sucesión de convocatorias electorales ( Generales, Autonómicas, Europeas, locales). Este estado de “campaña permanente”, ,¿afecta a la democracia local?. Un gobierno central con apoyo mayoritario influye de forma sensible en la decisión de una gran parte del electorado cuya relación con lo local es débil ( por cuestiones de dispersión territorial), por lo que el factor general afecta o puede hacerlo a un gobierno local. Tenemos fresco el debate sobre la “necesidad” de hacer coincidir diferentes procesos electorales y el “tacticismo” de separarlos para que unos no solapen a otros. Pero realmente, a la vista de la conclusión a la que se ha llegado, ¿no influirán las elecciones Generales en las locales que se celebra un mes después?.
Estretegicamente, es posible que una parte del electorado vote lo mismo en las elecciones generales que en las autonómicas y el resultado de éstas influya en su decisión en los siguientes comicios ( locales y Europeos).
Por ir finalizando. Las elecciones son relevantes pero los procesos participativos que pueden desarrollarse paralela o complementariamente pueden incrementar la posibilidad de diferenciar en mayor o menor grado las decisiones de un elector que, pese a la influencia mediática y mediatizada, decidiría de forma más racional teniendo en cuenta el factor local y en menor medida la influencia mediática que se mueve en torno a otros procesos electorales generales. Por lo que la conclusión podría ser: más democracia local para una elección racionalmente local mejoraría sustancialmente la calidad de nuestro sistema.

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