¿LEGALIDAD vs LEGITIMIDAD?
Existe
un cierto, y porque no decirlo, interesado interés en poner en un
mismo plano dos conceptos que, pese a ser complementarios en muchas
ocasiones, se han separado aplicándose de forma desigual en función
del contexto, pero como decía, básicamente del interés en
confundir básicamente la legitimidad con la legalidad.
El
término legalidad se refiere, en un estado de derecho, al imperio de
la ley pero, ¿y el de legitimidad?. Evidentemente éste término
plantea dificultades operativas al estar cargado de connotaciones
valorativas. No obstante la legitimidad es y seguirá siendo un
elemento esencial para el buen funcionamiento de las instituciones
políticas, pese a lesas confusiones interesadas.
Si
tuviésemos que partir de un punto, habría que decir que el concepto
de legitimidad, en el marco de la filosofía política está
vinculado a la justificación misma del poder. En un determinado
momento, la fuerza fue el argumento y razón para justificar y
proteger la legitimidad de quienes ostentaban el poder, aunque
siempre ha existido la necesidad de buscar otras justificaciones al
ejercicio del poder. Diferentes autores han contribuido a una
explicación del concepto de legitimidad, aunque quizá nadie haya
aportado mejor a su categorización que M.Weber y sus tipos ideales
de dominación legítima.
M.Weber
parte del concepto de dominación entendido como “la probabilidad
de encontrar obediencia en un grupo determinado para mandatos
específicos”. Para M.Weber, en toda dominación la obediencia está
ligada a cuestiones materiales y emocionales, aunque también a una
tercera: la legitimidad.
Pese
a la transversalidad de los tipos ideales expuestos, se podría
afirmar que en la actualidad prácticamente ningún grupo social
obedece la autoridad sobre la base de la tradición, el carisma o el
atractivo personal de los dirigentes, ¿o sí?. ¿Cual es en concreto
la legitimidad de un dirigente político que, fruto de un acuerdo, se
arroga en función de las atribuciones legales del cargo que ocupa
(fruto de ese acuerdo) la capacidad de decidir sin ajustarse a
principio alguno de respeto a quienes le cedieron la legitimidad en
origen?.
Desde
el momento en que se acepta la cesión, o más bien, la delegación
de legitimidad, se aceptan unos principios y valores que en origen
han sido los inspiradores y sustentadores del cargo. Se pasa a un
segundo nivel: de la legitimidad de origen a la de ejercicio o
proceso. Este segundo nivel se sustenta en unos principios y,
evidentemente, en un marco legal que confiere el derecho a ejercer el
poder pero desde la necesaria satisfacción de principios y valores
compartidos ( por delegados): no basta con el sustento legal de
origen, sino que se precisa un consenso que conecte el marco legal
con el marco ético compartido. Pero nada mejor que un caso para
explicar conceptualmente esa lectura interesada: el conflicto del
actual Alcalde respecto al PDC.
Las
manifestaciones del Alcalde del gobierno de coalición sobre la no
delegación de las mismas competencias que ostentaba la concejala del
PDC dimitida denotan ese uso interesado del concepto de legitimidad
confundido con el de legalidad.
El
Alcalde fue elegido tras una delegación de la legitimidad obtenida
en las urnas por diferentes agrupaciones políticas que evidentemente
no renunciaban a ella, sino que la usaban para designar a un
representante para desempeñar el cargo de Alcalde. Remitirse ahora a
las atribuciones legales para negar la legitimidad de otros es un mal
síntoma: considerar que los principios y valores que representó la
delegación de origen le pertenece personalmente.
Finalmente,
a la pregunta que anteriormente formulaba sobre la obediencia o
lealtad sobre bases carismáticas o personales, la respuesta es,
creo, evidente. Ha existido una lealtad impuesta bajo coacción: o
yo, o la derecha, pues ese “yo” no ha estado dispuesto a
reconocer otra legitimidad que la que la ley le atribuye en
exclusiva, al margen de acuerdos que, evidentemente, pasaron a mejor
vida una vez ocupado el cargo.
Como
el mismo Alcalde dice en referencia a otros grupos: sería necesario
que ese subidón de estatus se lo hiciese mirar, pues su actitud le
está abriendo las puertas a la involución, de la que
inevitablemente formará parte, muy a pesar de sus mas aguerridos
fans.
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