SACAR PUNTA.

En los últimos días el ajuste organizativo que el Alcalde ha decidido respecto al área de playas ha suscitado un pequeño aluvión de especulaciones. Personalmente creo que el ajuste era necesario prácticamente desde el principio por pura lógica organizativa, pero ha llegado en un momento en que cualquier decisión es propensa a la especulación.
Es cierto que restarle competencias ahora a la Concejala de Turismo tiene una apariencia, como mínimo, sospechosa, aunque me cuesta pensar que el Alcalde peque de tanta torpeza y, prácticamente al final de la legislatura, tome decisiones que pueden perjudicar, más si cabe, a su ya débil imagen.
Los ajustes son necesarios, pero no solo en cuanto a las responsabilidades políticas: son necesarios ajustes en el engranaje burocrático que desgraciadamente sigue siendo el heredado del PP. Y si por algo se caracterizaba ( y caracteriza) la organización heredada, es por carecer de organización. Por ser un conglomerado de intereses clientelares en búsqueda de mejoras, pero no en la prestación de servicios.
Creo que el Alcalde debería haber salido desde el primer día de esa plácida área de confort en la que se instaló, o incluso alguno de los concejales haberle sacado de el, para, mirando la organización con perspectiva, poder percibir las deficiencias y así intentar atajarlas. Pero difícilmente, en un grupo dominado por una lealtad no se sabe bien a que ni a quien, alguien iba a levantar la voz apelando a la sensatez y a la necesidad de fortalecer, en primer lugar, los cimientos sobre los que se quería construir. Desgraciadamente ha sido al contrario: dejarse llevar por la corriente y, no solo eso: fortalecer el más que cuestionable prestigio de la organización burocrática municipal a través de halagos.
En resumen. Creo que la decisión de ajuste tiene diversas lecturas, y personalmente me quedo con la de la torpeza de hacerlo en éstos momentos, aunque no debería sorprendernos pues es una decisión que podría ser parecida a la incomprensiblemente tomada respecto a Esquerra Unida casi al principio de la legislatura, donde con el argumento de la lealtad, se prefirió la minoría, la inestabilidad al compromiso con el enorme reto alcanzado: gobernar después de veinte años de gobiernos de derechas.

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