DOS COMPAÑEROS.
En
el PSPV-PSOE de El Campello, el candidato va a decidirse,
oficialmente por primera vez, a través de un proceso de primarias al
existir dos candidatos. Sobre los mismos, como militante ( tengo que
decir que con una militancia algo laxa, más simbólica que
operativa) nada tengo que decir. Conozco a ambos y, evidentemente,
cuando ejerza mi derecho a voto en la Agrupación se a quién tengo
que elegir, sin necesidad de esperar a qué puedan decir o proponer.
Y lo se, porque la cuestión es de personas y no de programas ( los
programas son una cuestión colectiva y no personal), aunque las
actitudes cuentan.
La
elección de un candidato es solo el paso previo a cuestiones como la
composición de la candidatura o la elaboración del programa
electoral, pero en mi opinión el contexto de partida no puede ser
más complicado para un partido que ha olvidado, sino renunciado, al
papel jugado a lo largo del primer decenio de la democracia en la que
gestionó la mayor dotación de servicios e infraestructuras hasta la
fecha. Y ese olvido ha ido paralelo a la perdida constante, elección
tras elección, de la confianza de la sociedad local. En las
elecciones de 2015 se perdieron casi once puntos porcentuales de
apoyo y más de mil votantes decidieron que otras alternativas
representarían mejor sus intereses que el Partido Socialista. La
coalición que surgió de aquellas elecciones escenificó un acuerdo
explícito contra el PSPV-PSOE que, siendo el partido más votado de
los que formaban la coalición de investidura, tuvo un gesto que no
ha sido puesto en valor: en beneficio del cambio de gobierno, asumió
que, pese a ser la tercera fuerza política y la más votada de entre
los miembros de la coalición, dejaría que otro representante ( el
de la segunda formación en número de votos de la coalición)
asumiese la Alcaldía, en beneficio del cambio de gobierno que la
ciudadanía había propuesto en las urnas. Pero ha llegado el
momento de que nos volvamos a poner frente a la ciudadanía a rendir
cuentas, pese a que es algo que deberíamos haber hecho a lo largo de
los cuatro años.
Y
esa rendición de cuentas, no puede quedarse solo en un cambio de
caras al frente de la candidatura o en la lista: debe ser fruto de
una reflexión autocrítica que, sin necesidad de ser una
autoflagelación pública, sí debe suponer un punto de inflexión
que rompa con la dinámica del “totum revolutum”que nos hemos
impuesto y que va a suponer un serio condicionante para poder
explicar cual ha sido nuestro papel y, sobre todo, cual queremos que
sea a partir de ahora.
En
mi opinión, el proceso de primarias es una oportunidad para el
debate y la reflexión y no solo para elegir personas porque, ¿para
que sirve elegir una lista si no tenemos argumentos?. Y ahí es donde
se puede y se debería, creo yo, plantear ese punto de inflexión que
pueda ayudarnos a reconstruir un proyecto que pueda ser referente
para una mayoría de vecinos y vecinas.
Si
todo queda en un procedimiento meramente instrumental; si no
reflexionamos de forma abierta, sincera y humilde sobre qué hemos
hecho, cómo lo hemos hecho y qué queremos hacer, nuestro papel
seguirá siendo testimonial, y nuestra historia como partido
político, como gobierno municipal que modernizó infraestructuras y
servicios, solo será eso: historia.
Creo
que los socialdemócratas tenemos un papel que jugar en la política
local, pero para ello es necesario que “perdamos” el tiempo
dialogando y debatiendo ideas y no solo liderazgos que, como decía,
sin una cimentación, son solo hechos pasajeros. Y en ese debate, en
ese diálogo es necesario que incluyamos a la sociedad a la que nos
debemos, para la que existimos, pues un proceso como el que
afrontamos, si es como decía un procedimiento meramente
instrumental, no será útil para el sujeto central de nuestra
existencia como partido: la gente.
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