Campaña a la vista.
Los
calores del verano parece que provocan que olvidemos que, a la vuelta
de unos pocos meses, la legislatura afrontará su recta final y
caminaremos hacia una nueva convocatoria electoral. En éste
contexto, creo que puede ser interesante intentar introducir un
elemento analítico de cara a establecer un marco mínimo desde el
cual debatir sobre cómo será la campaña y los porqués de los
argumentos que en ella tendrá que valorar la ciudadanía para
decidir su voto.
Evidentemente,
lo ideal sería contar con herramientas de análisis que nos
permitiesen anticipar algunas hipótesis, pero si por algo parece
caracterizarse “nuestro” sistema de partidos local es por
desdeñar el uso de instrumentos de análisis de la opinión pública.
De ahí que únicamente podamos teorizar sobre alguno de los factores
que sin duda tendrán relevancia, prácticamente desde ya.
La
ciudadanía en nuestro municipio, al igual que en otros de nuestro
entorno, ¿porqué vota lo que vota o incluso porqué no vota?. Los
efectos de las elecciones periódicas son diversos, y todos ellos
relevantes aunque no sean demasiado evidentes. Cuando hablamos de
democracia, de forma tácita se hace en un plano prescriptivo: lo que
nos gustaría o lo que debería ser. Pero la democracia
representativa tiene unos efectos determinados ampliamente estudiados
y contrastados. Generando participación, expresa en votos las
preferencias políticas, se selecciona, en función de esas
preferencias a los cargos que nos representarán reflejando el
pluralismo político, genera una legitimidad de origen y establece
unas mayorías para la formación de gobierno, entre otras funciones.
Evidentemente esta relación es, si se quiere minimalista, porque la
democracia es algo más, y así se ha puesto de manifiesto en las
últimas convocatorias electorales con la emergencia de exigencias de
mayor y mejor democracia, algo que personalmente no tengo claro que
los partidos locales tengan claro: quizá esperan a que la “marea”
crítica con el sistema (fundamentalmente el de los partidos
políticos, tanto tradicionales como “nuevos”) se vaya
disolviendo, algo que, además de improbable tampoco sería deseable.
Pero sigamos con las reflexiones sobre la campaña venidera.
Las
elecciones sirven también para valorar y juzgar al gobierno y a la
oposición: que se ha hecho y que no, cual ha sido el nivel de
cumplimiento, no solo del programa, sino de esos principios que se
supone que son guía de la acción política, etc. Pero, la
ciudadanía, ¿que juzga?, ¿políticas y propuestas o resultados?.
En muchas ocasiones no todas las políticas pueden ser elemento de
juicio, pues la interdependencia institucional condiciona el marco
competencial y presupuestario. De ahí que el argumento de “la
influencia externa, o la culpa externa” será, con toda seguridad,
un argumento de campaña, pues de hecho lo está siendo. Pero a
éste factor externo también se encomiendan los partidos políticos
locales como argumento electoral positivo, y sobre esa idea voy a
continuar mi reflexión.
La
actividad en materia de comunicación política puede enmarcarse en
mi opinión en una mera estrategia propagandística limitada, pues
los medios de información de referencia local ( prensa gratuita y
radio privada local) han sido utilizados, además de forma desigual,
de forma mínima. Que decir de la estrategia en internet, donde la
propaganda ha anulado las posibilidades de interacción institucional
que ofrecen las nuevas tecnologías. Mi conclusión es que los
partidos locales con referencia estatal o autonómica se encomiendan
a otra faceta de ese factor Externo: el tirón de las tendencias
definidas por la marca en el ámbito estatal. Eso significa que si la
marca está al alza, si se han producido eventos que hayan situado en
la primera plana o en las primeras líneas de las redes a la marca,
se espera la influencia positiva directa en la decisión del elector
local.
Evidentemente,
en un contexto político y social en el que las referencias
personales han decaído como elemento decisivo y la influencia
mediática juega un importante papel en la decisión coyuntural y los
estados de opinión, encomendarse a ese factor externo es un recurso.
Pero considero que es empobrecer la política local que los
representantes políticos renuncien a crear e incluso ampliar el
apoyo social, no al margen, pero si desde la complementariedad a los
avatares políticos generales.
No
estamos lejos del momento en el que debamos valorar y asignar
responsabilidades, tanto en positivo como en negativo. Y pese a que
es un ejercicio difícil dado el escenario local, creo que merece la
pena un reflexión racional donde el costo y los beneficios del
voto, no solo en su aspecto económico, sino también respecto a la
capacidad de influencia en la política, nos coloque en situación de
empezar a reflexionar sobre quien merece nuestro apoyo y quien
nuestra reprobación.
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