Alternativas, haylas.
Yo
sigo con lo mio: lo que ocurrió en mayo de 2015, ¿supuso algo más
allá de un mero recambio de cargos y personas?. En ciertos círculos
sociales y políticos e incluso mediáticos y académicos, un cierto
“buenismo” a la hora de analizar qué supuso la implosión
coyuntural del sistema electoral. La llegada de las nuevas
candidaturas al ámbito autonómico y local de las confluencias
políticas surgidas de la emergencia social que supuso el 15M sigue
analizándose, más desde su aspecto simbólico que sobre lo que
realmente han supuesto para la realidad de los municipios, por
ejemplo.
El
caso de nuestro municipio, sin ser paradigmático, si podría
encuadrarse en el resultado de esa implosión a la que me refería
anteriormente. La aparición en la escena política local de dos
candidaturas como la de Ciudadanos y Podemos (ésta bajo una marca
instrumental) era una novedad relativa, porque la principal novedad
fue la imposibilidad de la derecha de formar gobierno tras veinte
años liderando las preferencias electorales. Y cuando me refiero a
la “relativa” novedad, lo hago desde la constatación de los
datos, pues en nuestro municipio, los partidos independientes y
localistas han sido una realidad desde hace años. Los casos de El
Campello Independiente, El Campello Unico, Iniciativa o Decido son
ejemplos de ello, siendo alguno de ellos sustento de gobiernos de
coalición en determinados momentos. De ahí la relatividad. Lo
novedoso es que los partidos que surgen al albur de un movimiento de
contestación social a las tradicionales opciones electorales, no
tienen una dimensión únicamente local, sino que forman parte de una
alternativa electoral estatal.
Como
he dicho en alguna ocasión, la necesidad del estudio de las
políticas públicas es la base para un análisis que parta de la
rigurosidad de los datos, de ahí que desde una inquietud puramente
personal haya iniciado un ejercicio comparativo de los acuerdos
plenarios adoptados en la presente legislatura, poniéndolos en
relación con la actividad política municipal de las últimas
legislaturas donde la derecha ocupaba, en solitario o en coalición
con otra organización, el gobierno municipal.
Recuerdo
una sesión plenaria donde un concejal del gobierno en minoría, en
respuesta a una interpelación de otro grupo sobre el cooperativismo
como alternativa a la vía de la concesión administrativa de
servicios, argumentó sobre lo caduco de éstos instrumentos, otrora
base socio económica del ideario de la izquierda. Y su argumento,
vehemente y claramente coincidente con una línea de resignación al
neoliberalismo, se basó en comparar el cooperativismo, más o menos
con el bolchevismo, en un ejercicio de cinismo y resignación
evidente a la hegemonía neoliberal en política de gestión de los
servicios. El grupo interpelante, pese a las discrepancias de fondo,
coincide en lo sustancial con propuestas que he realizado en forma de
opinión sobre la necesidad de buscar alternativas que diferencien a
la izquierda de la derecha y rompan con ese “ir tirado” que
difumina interesadamente la, en mi opinión, clara dicotomía entre
derecha e izquierda, así como el sometimieto a otra especie de
paradigma social del “esto es lo que hay” o “todos son
iguales”.
El
cooperativismo. Y para hablar de las cooperativas (como alternativa a
la gestión empresarial donde, legítimamente un propietario o una
junta de accionistas, se reparten el beneficio de la gestión de
servicios públicos) es necesario recuperar el compromiso ético y
pedagógico con la igualdad como premisa, en la democracia económica
como herramienta y en la corresponsabilidad social en la prestación
de servicios que redunden en beneficio colectivo. Retrotraeros al
origen de las cooperativas, a Owen y sus poblados de cooperación, a
los Falasterios de C.Fourier solo tendría un objetivo quizá
comprensivo, pero podría ser tachado de trasnochado e incluso
pueril. Por eso, solo es necesario recurrir a la constitución de
1978: Artículo 129.2: Los poderes públicos promoverán eficazmente
las diversas formas de participación en la empresa, y fomentarán
mediante una legislación adecuada las sociedades cooperativas.
También establecerá los medios que faciliten el acceso de los
trabajadores a la propiedad de los medios de producción.
¿Bolchevique, trasnochada, viejuna?. En mi opinión absolutamente
revolucionaria. Ahora solo falta que los partidos de izquierdas y
progresistas crean que hay alternativas viables detrás de esa
nebulosa cegadora de la Nueva Gestión Pública, paradigma del
mercado como vía única ,y exploren el Nuevo Servicio Público como
verdadero elemento de cambio y democratización de las instituciones
donde la democracia es algo más que elegir representantes: elegir
políticas y controlar su ejecución.
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